Serguéi Bagapsh, el líder de la independencia abjaza
El presidente logró que Moscú reconociese a la república caucásica como Estado independiente en agosto de 2008
Serguéi Bagapsh, fallecido de cáncer en la madrugada del domingo en Moscú a los 62 años, pasará a la historia de Abjazia como el dirigente bajo cuyo mandato ese territorio del litoral del mar Negro (algo mayor que la provincia de Madrid) fue reconocido como Estado independiente por Rusia el 26 de agosto de 2008.
En los años ochenta del pasado siglo, Abjazia era una república autónoma subordinada a Georgia y ambas unidades administrativas formaban parte de la estructura jerarquizada de la Unión Soviética. Al desintegrarse la URSS, Abjazia y Osetia del Sur (otra autonomía georgiana) se independizaron unilateralmente de Tbilisi, que trataba de someterlas y liquidar sus prerrogativas. Bagapsh supo aprovechar la guerra de Rusia con Georgia en Osetia del Sur en agosto de 2008 para crear un "segundo frente" ante los georgianos y afianzar su control de toda Abjazia, incluido el valle de Kodor, de donde expulsó a los georgianos.
No entendía que la UE no admitiese "un pueblo europeo de antiguas tradiciones"
El 26 de agosto de ese año, Rusia reconoció como Estados a Abjazia y Osetia del Sur y transformó los cuarteles de sus antiguos "pacificadores" en bases militares. La seguridad de Abjazia quedaba así garantizada, aunque ese lugar paradisiaco, que fuera colonizado por los griegos, debe a cambio garantizar los intereses estratégicos de Moscú y compartir con los rusos la infraestructura turística de la región.
Bagapsh había nacido en Sujumi, la capital de Abjazia, y había estudiado agronomía. Hizo carrera en el Komsomol (las Juventudes Comunistas) de Georgia y después en el Partido Comunista, donde llegó a secretario de distrito. En 1992 fue primer vicejefe del Gobierno de Abjazia, y entre 1997 y 1999, primer ministro. Después dirigió la compañía energética Chernomorenergo y en enero de 2005 fue elegido presidente de Abjazia, pese a Moscú, que apoyaba a otro candidato. Bagapsh supo evitar conflictos con la oposición, integrándola en su equipo, y en diciembre de 2009 fue elegido presidente por segunda vez.
Ducho en el arte del compromiso y de talante moderado, Bagapsh trató de afirmar los intereses de Abjazia en un entorno geoestratégico delicado y, hasta donde pudo, buscó apoyos en la UE y Turquía, donde vive una gran colonia de abjazos descendientes de los que huyeron en el siglo XIX durante la conquista de la Transcaucasia por el Imperio ruso. El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev y el primer ministro, Vladímir Putin, elogiaron ayer a Bagapsh y también lo hizo el expresidente de Georgia Eduard Shevardnadze, que valoró las cualidades humanas del difunto. Medvédev visitará la capilla ardiente en Moscú antes de que el cadáver de Bagapsh sea trasladado a Abjazia para ser enterrado allí.
Bagapsh estaba casado con una georgiana y tenía dos hijos. En el verano de 2010, recién llegado de una gira por Latinoamérica, en busca de reconocimiento internacional, compartió con esta corresponsal su "incomprensión" por la actitud de Europa, que según él no era capaz de reconocer como Estado a Abjazia pese a ser "un pueblo europeo de antiguas tradiciones" y sí reconoce a algunos países latinoamericanos que, en su opinión, "se lo merecían mucho menos que los abjazos". Bagapsh daba la impresión de sentirse insultado por esa actitud.
Las elecciones presidenciales en Abjazia deberán celebrarse en un plazo de tres meses. Serguéi Shamba, el jefe de Gobierno, y Alexandr Ankvar, el vicepresidente y ahora presidente en funciones, son considerados como los principales candidatos. Ambos son leales a Rusia, aunque el primero es considerado más liberal y cosmopolita y el segundo, más rígido y más del gusto de los nacionalistas locales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.