Protegerlos en vez de disolverlos
Los policías de la Puerta del Sol comparten las quejas de los manifestantes
Detrás de las vallas que separan la zona de concentración del Movimiento 15-M del dispositivo policial en la Puerta del Sol de Madrid, las cosas se ven de forma muy parecida. Pese a las apariencias, los agentes respetan la protesta y se ven representados en gran medida por sus reivindicaciones. "Nosotros somos funcionarios, trabajadores al fin y al cabo, y a nosotros también nos han bajado el sueldo o tenemos que pagar una hipoteca", reconoce Javier (nombre ficticio), de 35 años, que lleva cinco en la Unidad de Intervención Policial (UIP, más conocidos por antidisturbios).
Como Javier, cada día se juntan en la Puerta del Sol más de 1.500 policías, distribuidos en tres turnos. "Al principio [los manifestantes] nos veían con mucho recelo, pero ya no hay tensión. Ahora estamos más para protegerlos que para otra cosa", añade Antonio (también nombre supuesto), con 20 años a las espaldas en la UIP.
Javier, casado y con dos hijos, cuenta: "Alguna vez se acercan a nosotros dos o tres de los representantes y nos preguntan si tenemos órdenes de hacer algo", relata Javier. "Creen que somos un peligro o una amenaza, pero ya no tenemos la mentalidad de los antiguos grises
[policía franquista], de cargar a la mínima".
Los agentes dicen que no les ha sorprendido esta movilización. "Creíamos que iba a surgir mucho antes, por la cantidad de gente parada que hay y por cómo está afectando la crisis. De hecho, ha tardado mucho en surgir", dice Javier.
"Esta gente va en serio. Algunos se nos acercan y nos dicen: 'Cómo os estáis portando'. Nos felicitan porque muchos pensaban que íbamos a cargar en cuanto prohibió la concentración la Junta Electoral Central", declara Antonio, que también está casado y tiene dos hijos. "Nos traen incluso alimentos y bebidas, porque se dan cuenta de que somos trabajadores haciendo nuestra función", añade Javier.
El problema vendría, según reconocen, si recibieran la orden de despejar la plaza: "Puede que ideológicamente estemos de acuerdo con los manifestantes, pero si recibiéramos una orden legal, tendríamos que cumplirla. Esperemos que no ocurra, que no cambie el criterio, porque hasta ahora no hemos tenido ningún problema", cuenta Javier. De momento, la consigna del Ministerio del Interior es clara: "No se deben crear males mayores".
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