"Obligo a los personajes a sacar sus instintos"
Jon Bilbao (Ribadesella, Asturias, 1972) reconoce que una de las fuentes de inspiración para escribir su última novela, Padres, hijos y primates (Salto de Página), fue el teatro. Quería elaborar una pequeña pieza de cámara, dividida en tres actos, con pocos personajes, y que se desarrollara en un espacio temporal muy breve de un día. Con esos pequeños guiños a la estructura teatral, el premio Ojo Crítico de Narrativa 2008 ha logrado en su nueva obra el más sorprendente de sus trabajos.
PREGUNTA. ¿A qué se debe la elección de México para situar el tema de su última novela?
RESPUESTA. Es una novela que se desarrolla en México pero que no es sobre México. Los protagonistas son turistas que se encuentran allí, y lo que me interesaba era alejarlos de su entorno habitual y ponerlos en unas circunstancias muy distintas de las normales. Los enviamos al extranjero, luego se enfrentan a la amenaza del huracán que ya crea una atmósfera peculiar, perdidos los obligamos a trasladarse a un villorrio en el que están obligados a alojarse en un hotelito, y de ahí, ya de noche, a otro lugar aún más recóndito en mitad de esa jungla del interior de Yucatán. La historia tiene algo del viaje al corazón de las tinieblas. De ahí esos sucesivos pasos.
"No quiero que se piense que los personajes son unos monstruos. Son seres que están en un momento muy duro de su vida"
P. ¿En qué medida influye ese desplazamiento de su entorno normal para que estos personajes se conviertan en seres tan odiosos?
R. Todos ellos tenían una historia, una serie de tensiones no resueltas y que en estas circunstancias por las que se les obliga a pasar actúan como catalizador para que estas salgan a la superficie de una forma potenciada. La atmósfera de extrañeza de estar viviendo casi una pesadilla que no tiene que ver con su vida habitual y real y con la ausencia de autoridad obliga a los dos protagonistas principales a resolver los problemas entre ellos solos.
P. Escarba, entonces, en la conciencia de cada uno, con su pasado, sus demonios y su subconsciente.
R. Una cosa que me interesaba mucho era tomar dos personajes muy racionales, un ingeniero y un matemático, y obligarlos a sacar sus instintos. La bestia que hay dentro de ellos. Que vayan profundizando capa a capa en su cerebro. Pero, claro, a lo mejor resulta que esas dos personas son tan racionales y han vivido en un ambiente tan estructurado, tan cómodo, que esa bestia ya está dormida. Entonces, en el momento en que necesitan resolver de una forma física sus problemas a lo mejor carecen de recursos y tienen que buscar otros alternativos para resolver la situación.
P. Sí, porque son seres en apariencia normales dentro de cualquier sociedad moderna o europea.
R. No quiero que se piense que los personajes son unos monstruos. Son seres que están en un momento muy duro de su vida, que tienen muchos problemas personales y profesionales, y la situación en la que se encuentran invita a que salga lo peor de sí mismos.
P. También su lado revanchista, porque el protagonista principal, Joanes, se da cuenta de que tiene la oportunidad de saldar cuentas con su viejo profesor, al que acusa de todas sus desgracias. Por un lado, lo hace a través de la dialéctica en la dura discusión sobre la cosmogonía glacial de Hörbiger y el nazismo y, segundo, con el paso a la acción violenta.
R. Sí, primero lo intentan resolver en un ámbito intelectual, y cuando eso no da resultados han de pasar a otro nivel más primario para el que no están preparados. Joanes se enfrenta a un dilema porque él acusa al profesor del fracaso de su vida profesional, pero, claro, es una acusación basada en suposiciones, e incluso podríamos decir en un delirio. Con los años se ha construido casi una fantasía o una paranoia autodisculpatoria.
P. Que renace en el reencuentro con su viejo profesor.
R. Efectivamente, en esa noche terrible va a tener que contrastar su fantasía subjetiva con la realidad objetiva. ¿Este hombre es realmente culpable de todos mis males? Y resolverlo le asusta.
P. Además la escenografía se presta al drama violento, en un ambiente lúgubre, la amenaza del huracán encima...
R. Encerrados en ese barracón, nadie sabe dónde están, nadie les puede oír, nadie les ve, nadie sabe lo que pueden hacer. Se crea una esfera que les protege del entorno y donde son libres de hacer lo que quieran.
P. En su relato también aparecen elementos inesperados que modifican las situaciones o la vida de los personajes. Por ejemplo, ahí surgen en este caso unos chimpancés como Gagarin. ¿Sorprendente?
R. No pertenecen a la fauna mexicana, sino que están ahí por un motivo que no vamos a desvelar, pero que son protagonistas y que cumplen una serie de funciones simbólicas a diversos niveles. Y al margen de esto y como elemento de contraste tenemos a los humanos y a las bestias auténticas que en un momento dado pueden ser responsables de un gran dolor y un gran daño, pero que lo hacen porque son bestias por instinto, y también porque son instrumentos de unos seres supuestamente más racionales. Aunque al utilizar a los animales como los utilizan, están dando unas muestras bastante dudosas de su racionalidad, o al menos de su moralidad.
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