Soñando a los Coen
Cuando, en el clímax final de Sangre fácil, el turbio personaje interpretado por M. Emmet Walsh destrozaba, con su puño, una pared agujereada por las balas, ante la mirada horrorizada de Frances McDormand, la película parecía evocar un cuento medieval de amantes adúlteros asaltados por la culpa. En Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos, la excéntrica lectura que ha hecho Zhang Yimou del formalista ejercicio de neo-noir que dio a conocer a los hermanos Coen, ese círculo parece cerrarse con admirable precisión, aunque todo lo que le rodea supone una invitación al desconcierto.
Yimou no ha hecho una adaptación, ni un remake: más bien, parece haber dado forma a su manera de soñar, en clave autóctona y delirante, la película de los Coen. Lo que, en su origen, era una filigrana sustentada en la frágil cuerda de las asunciones erróneas y las frases no dichas que parecía tener como (lejano) punto de referencia la obra literaria de James M. Cain, se convierte aquí en una farsa desquiciada que transforma la naturaleza de todas las piezas.
UNA MUJER, UNA PISTOLA Y UNA TIENDA DE FIDEOS
Dirección: Zhang Yimou.
Intérpretes: Yan Ni, Ni Dahong, Cheng Ye, Mao Mao, Sun Honglei, Xiao Shenyang.
Género: Comedia.
China, 2009.
Duración: 90 minutos.
Así, Yan Ni es la histérica y ambiciosa femme fatale que Frances McDormand nunca fue; Xiao Shenyang adopta la actitud de bufo cenutrio que jamás hubiera encajado en el gesto estólido de John Getz y Ni Dahong es el marido grimoso y perverso que Dan Hedaya solo sugería. No es un reproche, sino al contrario: lo importante aquí no es la fidelidad al original, pues de lo que se trataba es de que Yimou fuera lo más fiel posible a su lectura aberrante.
Y lo mejor que realmente puede decirse de este extraño objeto es que es, en efecto, aberrante, pero también formalmente virtuoso en sus momentos más afortunados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.