De Miguel pasa de puntillas
El PNV sortea con facilidad el desfondado ataque de sus rivales sobre la trama de supuesta corrupción - Al final, la táctica 'jeltzale' ha logrado salpicar al PP
Todos los pronósticos auguran que el caso De Miguel le saldrá gratis el domingo al PNV. Ni un rasguño electoral. Incluso, como le ocurrirá al PP en Valencia con el imputado Francisco Camps, en Álava los jeltzales mejorarán también sus anteriores resultados locales. Si así fuera, Iñaki Gerenabarrena, presidente del ABB y amigo de la mayoría de los implicados por supuesta corrupción, dispondrá del momento de gloria largamente buscado para pasar cuentas entre quienes le están haciendo transitar por un desquiciante viacrucis, aún no resuelto.
La oposición ha llegado a la campaña del 22-M con la munición gastada sobre el caso De Miguel. Sin una nueva revelación que avivara el fuego cruzado y contribuyera a espolear las acusaciones contra el PNV, la variable de la corrupción parece amortizada. Factores exógenos como Bildu, los posibles pactos y ahora la irrupción del 15-M han aliviado desde hace dos semanas la preocupación jeltzale.
A tal punto el PNV entiende superado el riesgo electoral por las supuestas corruptelas de Alfredo de Miguel y Aitor Tellería, entre otros, que ha decidido contragolpear. Así debería entenderse, al menos, su hábil táctica, en plena campaña, de involucrar judicialmente en la lacra de la corrupción, y mediante el desgaste de terceras personas, al candidato del PP a diputado general de Álava, Javier de Andrés, el rival con más opciones para arrebatar el poder a Xabier Agirre.
Paradójicamente, sin necesidad alguna de rebatir -por inexistente- una mínima acusación sobre la trama que la justicia atribuye desde hace más de un año a un selectivo grupo de sus afiliados, el PNV se limita a observar complacido cómo corren ríos de tinta por las inéditas denuncias de un imputado -Carlos Jiménez- contra De Andrés, relacionadas con la revelación de secretos y un presunto cohecho. No hay mejor defensa que un buen ataque.
Además, el PNV se ha procurado un ticket electoral para Diputación y Ayuntamiento de Vitoria que disipa toda duda sobre el lastre de la corrupción que sacudía la cocina del partido, y que inicialmente Gerenabarrena no acertó a despejar. Más aún, el inédito Gorka Urtaran, según las encuestas y la evolución de una sugerente campaña sin pasos en falso, puede contribuir con un resultado al alza en la capital a fundamentar el triunfo posterior en el territorio de Xabier Agirre, que sigue sólido como el primer día en su compromiso de tolerancia cero con las manzanas podridas. Así las cosas, el PNV dispondría de un sugerente escenario, difícilmente imaginable en aquellas noches, no tan lejanas, de encendidos debates en los batzokis vitorianos para buscar desesperadamente un candidato que no avivara las diferencias entre Generabarrena y sus críticos. Quizá es ahora cuando cobra todo su valor aquel pacto entre Joseba Egibar y Alfredo de Miguel.
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