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Cuando el cine se cuela en los sueños de los artistas

Caixafòrum repasa las fuentes oníricas de las artes audiovisuales

Un telón rojo marca el límite entre dos mundos: por un lado la realidad y la vigilia, por el otro la ficción y el sueño. Los espectadores que lo franquean no saben que están a punto de convertirse en actores involuntarios de una representación de sombras que no podrán ver nunca. Se trata de Off Screen, la instalación de Douglas Gordon que da inicio a la exposición El efecto del cine. Ilusión, realidad e imagen en movimiento. Sueño, abierta en Caixafòrum Barcelona, hasta el 4 de septiembre. La obra, que evoca la atmósfera de las películas de David Lynch y la nostalgia por las lujosas y opulentas salas de cine de la época dorada de Hollywood, no podía ser más adecuada para dar paso a una selección de piezas que abordan la evolución del cine en la época digital y analizan el impacto de las imágenes cinematográficas en nuestra percepción de lo real y lo ilusorio.

La exposición llega del Hirshhorn Museum de Washington

La exposición llega del Hirshhorn Museum de Washington, donde se presentaron conjuntamente la parte dedicada al Realismo, que acaba de clausurarse en Caixafòrum Madrid y la dedicada a los Sueños, que se abre al público hoy en Barcelona. La itinerancia española terminará en Palma de Mallorca, donde se expondrá una selección reducida de ambas partes, del 26 de octubre al 15 de enero de 2012.

"Esta distinción responde a las dos dimensiones del cine desde su nacimiento: la onírica representada por las películas de Méliès y el realismo por la vocación documentalista de los hermanos Lumière", indicó Lawrence Hyman, coordinador de exposiciones del Museo Hirshhorn y jefe del equipo de comisarios que llevó a cabo la ardua selección. "Hemos privilegiado artistas, tanto emergentes como consagrados, que no tuvieran una fascinación por la técnica y la tecnología en sí mismas, sino que las utilizaran para transportar al público a otro nivel", explicó Hyman.

Todas las piezas han sido realizadas en los últimos 15 años, excluidas tres películas en 16 mm que constituyen verdaderos hitos de la evolución de las artes audiovisuales. Una es la hipnótica y poética Sleep, una declaración de amor en la que Andy Warhol grabó durante más de cinco horas el sueño de su amante, el poeta John Giorno. Las otras dos, son metrajes encontrados que Bruce Conner, más conocido por sus obras de corte sociopolítico, montó en forma de collage para evocar el umbral del sueño, aquel estado suspendido entre la consciencia y la inconsciencia, en el cual afloran pensamientos insospechados.

También el alemán Christoph Girardet suele realizar collage con secuencias de películas célebres, en este caso con cuatro tomas del King Kong de 1933, que devuelven a la heroína la sensualidad y la pasión, eliminadas por las tijeras de los censores de Hollywood. En cambio, Tacita Dean confió en 2004 a una tradicional película de 16 milímetros los fascinantes e inesperados reflejos que se generaban en las fachadas de vidrio cobrizo de la abandonada sede del Gobierno de la República Democrática Alemana a punto de ser derribada.

Las imágenes reales y las sintéticas se mezclan en el vídeo de Kelly Richardson, un idílico paisaje británico sobre el cual caen, con una lentitud ajena a la fuerza de gravedad, unas extrañas bolas de fuego. El fotograma, elegido como imagen de la exhibición, sintetiza la irrealidad real de los sueños, donde todo es posible: una invasión alienígena, un videojuego ralentizado, una epifanía divina o una lluvia de meteoritos.

El mismo limbo que crean las películas de luz compacta de Anthony McCall, donde la tecnología digital y una máquina de niebla permiten al público intervenir en la proyección con sus sombras y siluetas. Completan la selección obras de Rodney Graham, Michael Bell-Smith, Saskia Olde Wolbers, Siebren Versteeg, Teresa Hubbard & Alexander Birchler y Wolfgang Staehle.

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