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Columna
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'No future'

Manuel Rivas

Estoy intentando descifrar el sentido último del informe del FMI sobre España. Por una parte elogia al Gobierno por hacer bien las cosas (los recortes) y por otra lamenta que esa política económica que preconiza tenga como efecto causar una "generación perdida". Ahora solo nos falta ver a todo el pijerío gobernante europeo con piercings en la lengua y tatuajes en las nalgas cantando al estilo Sex Pistols: "¡No hay futuro, tíos!". Fuimos educados para diferenciar entre la felicitación y el pésame. Pero todo esto recuerda también el desliz del personaje que abraza a la guapa viuda: "La acompañaré en el funeral de cuerpo en su punto (insepulto)". Un sistema estupendo este en el que los enterradores dan los parabienes al difunto, mientras los depredadores, que solo han ganado el doble de la mitad de lo previsto, se lamentan: "¡Peor es lo mío!". Lo recuerdo muy bien. Después del 11-S, Bush se comprometió a dos cosas: cazar a los terroristas y acabar con los paraísos fiscales, donde las mamaderas del terror comparten destino turístico con la pasta del crimen organizado, las sacas de los corruptos y los ajuares de los patrióticos evasores de impuestos. Cumplido el primer objetivo, espero con impaciencia el siguiente paso. Un desembarco anfibio de fuerzas especiales en las islas piratas y la entrada sorpresiva de comandos de inspectores decentes en las cámaras acorazadas de las grandes lavanderías suizas. Mientras esta operación Reloj de Cuco no se materializa, podría procederse a suspender las prácticas de waterboarding, en la variante de tortura económica a países indefensos, por parte de las agencias de calificación. Y las políticas de austeridad podrían tener su correlato en la implantación ya de la tasa Robin. Con solo un 0,1% de impuesto a las transacciones financieras se acabaría el problema de la "generación perdida". Como ven, soy un fan de la ciencia-ficción.

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