Alejandro Magno, el conquistador
EL PAÍS ofrece, por 9,95 euros, un libro con sus guerras más memorables
En el corazón de la batalla del río Gránico, Alejandro Magno, muy a gusto con el enfrentamiento cara a cara, lo que daba sentido a su manera trágica y épica de ver la guerra, divisó en una posición muy avanzada a Mitrídates, el yerno del rey Darío. Cuando lo vio aislado, Alejandro cargó y con la punta de su lanza alcanzó el rostro del príncipe persa. Resaces, comandante persa, intentó vengar la muerte de su príncipe y blandió su espada contra la cabeza de Alejandro. El duro casco que portaba le salvó la vida; el comandante dio entonces media vuelta y ensartó con su lanza el pecho de Resaces.
Existen otras versiones de esta sangrienta escena pero todas concluyen con la muerte de los comandantes persas a manos de Alejandro Magno, el magnífico rey macedonio, considerado un genio en el campo de batalla. El historiador John Warry, experto en las tácticas militares utilizadas en el mundo antiguo, disecciona en el libro Las conquistas de Alejandro Magno, segundo tomo de la colección Grandes batallas de la historia, la manera de atacar al enemigo del hijo de Filipo, en una combinación mortal entre la falange, la infantería acorazada y la caballería rápida. EL PAÍS ofrece mañana, domingo, por solo 9,95 euros, este libro donde quedan al descubierto cuáles fueran las tácticas militares, más tarde copiadas por Napoleón, que han encumbrado a Alejandro Magno.
"Las batallas eran una especie de acontecimiento atlético violento"
El ansia conquistadora de Alejandro no conocía límites. Se encaminó con parte de su ejército a India, toda una aventura. Warry narra la llegada del general a Hispades, en mayo del 326 antes de Cristo, donde se encontró con el ejército del rey Poros, desplegado al otro lado del río. El grueso del ejército indio, según cálculos históricos, estaba formado por unos 30.000 soldados de infantería, unos 2.000 de caballería y más de un centenar de elefantes de guerra.
Alejandro aprovechó la noche para atacar primero y el ejército de Poros tuvo que reaccionar. Los elefantes demostraron su valor y lejos de intimidarse, en medio de una lluvia de jabalinas y flechas, avanzaron contra el enemigo. Aplastaron parte de la falange de piqueros bajo sus patas o directamente blandiendo sus colmillos. Una vez que los animales perdieron ímpetu y las fuerzas indias quedaron exhaustas, la caballería y la infantería de Alejandro certificaron la victoria. La crónica cuenta que Poros, gigante de estatura, luchó con bravura a lomos de un elefante hasta que fue herido. Poros finalmente firmó una alianza con Alejandro, quien en todo momento mostró su admiración por la forma de guerrear de su enemigo. "Las batallas antiguas eran una especie de acontecimiento atlético violento, en el que la masacre era el castigo de la derrota", escribe Warry.
El historiador se sirve de documentos históricos para contar esta gran odisea que fue la vida de Alejandro Magno, el hombre que soñó un imperio que fuese desde Grecia hasta las Indias. La colección Grandes Batallas, bajo la firma de la biblioteca Osprey, la editorial de mayor prestigio en el campo de la historia militar, analizará en las siguientes entregas a otros grandes estrategas como Wellington o Napoleón, y diseccionará contiendas históricas como las de Lepanto o Trafalgar. Pero antes merece la pena conocer con detalle a Alejandro Magno, pacificador y diplomático unas veces, cruel y despiadado otras. Así era el rey de los macedonios.
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