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Seísmo mortal en Murcia

Volver a casa depende de un color

Arquitectos y técnicos revisan el casco urbano en busca de daños estructurales

Desasosiego, caras de desesperación, angustia. Eran las sensaciones que se reflejaban en las caras de centenares de damnificados por el terremoto de Lorca que esperaron durante todo el día junto a los cordones policiales para tratar de acceder de nuevo a sus casas o recuperar parte de sus bienes. La decisión dependía de los arquitectos municipales y de la comunidad autónoma, y de otros que voluntariamente se desplazaron a la ciudad y que fueron inmueble por inmueble comprobando los daños causados por el seísmo. El 17% de los 542 edificios analizados por el Gobierno presenta defectos estructurales graves, según el presidente murciano.

Los arquitectos y técnicos visitaron por parejas cada edificio. Lo hicieron acompañados de militares de la UME que, al tiempo que se hacía la inspección, trataban de garantizar la seguridad de los transeúntes y ayudaban a los expertos a desnudar pilares, acceder a muros de contención y tratar de derribar con martillos y hachas los elementos constructivos que hubieran podido resultar dañados y que pudieran suponer un peligro para los viandantes: voladizos, balconadas, barandillas...

Cada examen tiene su nota. Y, en este caso, las posibilidades eran tres. Según el dictamen de los técnicos, los soldados dibujaban con un spray de color una marca en cada portal. El rojo y el negro indicaban la existencia de daños estructurales que impiden el realojo del inmueble y en algunos casos obligarán a proceder a su demolición. El amarillo o naranja revelaba la existencia de daños aunque no estructurales y que podrían ser reparados con trabajos posteriores. El verde significaba que la casa estaba perfectamente habitable.

A falta de una evaluación final, los técnicos que inspeccionaban el barrio de La Viña, uno de los más damnificados por el temblor, aseguraron que la mayoría de los puntos dibujados hasta el momento habían sido amarillos. Sin embargo, el presidente de la región, Ramón Luis Valcárcel, afirmó que el 83% de las casas no presenta daños importantes, así que los vecinos, en principio, y si vencen el miedo, podrían volver a ellas. Campos aseguró que casi todo el casco urbano había sido examinado en tiempo récord. Aún faltaban las pedanías.

Dos de los arquitectos que trabajaban en La Viña afirmaron que los principales desperfectos se habían registrado en los bajos y locales comerciales. En la carretera de Granada, la principal arteria del barrio, la mayoría de estos presentaban grietas, tabiques rotos y daños importantes en la albañilería (pintura, yeso, alicatado, suelos...). Los daños eran menores en los pisos superiores. La razón, según los técnicos, es que los terremotos, a pesar de ser de mediana magnitud fueron muy superficiales, lo que multiplicó sus efectos sobre los edificios. A mayor profundidad del epicentro, menores son los perjuicios.

Pero ni los puntos de colores ni los precintos policiales ni la insistencia de los militares de la UME acabaron con el afán de muchos inquilinos de volver a sus casas. Sin casco ni protección de ningún tipo, desobedeciendo las órdenes de los agentes, muchos se jugaron el tipo por algo de ropa, agua, comida, unas mantas e incluso los animales domésticos que dejaron en sus hogares cuando la tierra empezó a temblar.

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