El 'pacto de hierro' Azkuna-Bilbao
El 'ticket' electoral del PNV vizcaíno exhibe su cohesión, que une dos distintas culturas políticas y vitales - La holgura de su victoria, única preocupación
Iñaki Azkuna y José Luis Bilbao son pareja de hecho político. Al menos, durante toda la campaña del 22-M. No se trata de una mera coincidencia. Responde, sobre todo, a una meditada acción estratégica del PNV para proyectar la imagen de "gestión" de ambos candidatos "sin que se dispersen los esfuerzos de cada candidato por su lado", como admitía ayer uno de los gurús de esta campaña, en la que el alcalde de Bilbao y el diputado general de Vizcaya aspiran a repetir mandato. Este ticket electoral se sabe con el viento a favor mirando las encuestas y el desánimo de sus rivales. Quizá por ello su única preocupación radica ahora en conocer la holgura de su asegurada victoria.
A Bilbao y Azkuna les separan muchas cosas -origen, estudios, cultura, relaciones, hasta gustos diferentes- pero, en cambio, les une la determinación política del poder, alentado por el pragmatismo que se desprende del perfil que muestra en Vizcaya el partido al que pertenecen. Posiblemente no compartirían una semana de vacaciones, pero ahora se sienten "cómodos". Queda tan lejos como superado el cabreo del alcalde cuando conoció, en julio de 2003, la inesperada renuncia de Diputación a su idea inicial de integrar oficinas forales en la hoy emblemática torre de Iberdrola. Desde entonces, sus colaboradores hablan de un "pacto de hierro".
Queda superada y muy lejos su discrepancia sobre la torre de Iberdrola
El objetivo de Azkuna es lograr un concejal más que la suma PSE-PP
Con métodos muy distintos han acuñado un perfil propio en su gestión, que les sirve para consolidar el peso de su figura política. Además, para neutralizar a la oposición se han olvidado de protagonismos estériles y así compartir proyectos de envergadura que dejan impronta como el frontón y el pabellón de Miribilla, entre otros. En esta campaña, lo rentabilizan. Bilbao, por ejemplo, no pierde el tiempo en disquisiciones: saca cuatro tarjetones y lee de carrerilla la catarata de obras, planes, inversiones y ayudas para mostrarse como un gestor de que transmite confianza. El alcalde, aunque más académico, tiene en el verbo fácil e integrador la cualidad de hacerse un hueco entre diferentes. Precisamente a veces este mensaje "lejos de soberanismos ni historias" le ha traído problemas en Sabin Etxea. Aún recuerda Azkuna, poco amigo de visitar las cocinas de los batzokis, cuando decenas de afiliados de Bilbao complicaron el camino para su proclamación como candidato. "Me hubiera ido a casa sin más", gusta de decir a sus próximos. Ahora, el PNV sabe que tiene un problema el día que tenga que buscarle un sustituto. "Será nuestro candidato a la alcaldía, no el sustituto de Azkuna", precisa una burukide vizcaína.
Hasta entonces, la preocupación más perentoria en la candidatura bilbaína del PNV es saber "cuántos suman los demás". De ahí depende el modelo a seguir en la acción de gobierno. Su esperanza radica en superar siquiera por una concejalía "la suma que les dé a PSE y PP", dejando para la "incógnita Bildu" una tarta de cuatro-cinco escaños "por debajo de los resultados de 1999", auguran desde el entorno de Azkuna, donde se descarta "por completo" la mínima ayuda de Aralar y EB "aunque nos hubiera venido bien". Así las cosas, Azkuna diseña un gobierno en solitario para encarar, como dijo ayer en Cebek, la "transformación e internacionalización de Bilbao", acudiendo a la deuda para acciones estratégicas como Zorrozaurre o "el cuidado de los barrios".
José Luis Bilbao piensa en un escenario político similar. Volverá a dar a su partido otra victoria en Vizcaya y, de paso, se cobrará la satisfacción personal de enseñar el sillín otra vez al PSE y, especialmente, a su enemigo natural José Antonio Pastor. Mantendrá el poder otra legislatura después de sortear sobresaltos como los bonos del ferry, angustias como la caída de la recaudación, temores como el caso Ibarra y la pesadilla aún latente de Jabyer Fernández, a quien siempre lamentará haber firmado ayudas. También en elegir compañeros de mesa son distintos Azkuna y Bilbao.
LAS FRASES DE LA CAMPAÑA
- PSE. El alcalde de Vitoria y candidato a la reelección, Patxi Lazcoz, acusó a su rival del PP, Javier Maroto, de querer "contaminar de racismo y xenofobia" la ciudad con la polémica por la construcción de una mezquita en el barrio de Zaramaga. Por su parte, el candidato socialista a diputado general de Vizcaya, José Antonio Pastor, propuso un "pacto foral por la competitividad y el empleo.
- PNV. El candidato a la alcaldía de San Sebastián, Eneko Goia, anunció que, si resulta elegido alcalde, aplicará "un plan integral con más de un centenar de actuaciones de mejoras" con vistas a lograr "una Donostia más equilibrada".
- ARALAR. El candidato a la alcaldía de Vitoria, Andrés Landa, apostó en un acto electoral por mantener la identidad de los barrios y terminar con los "pelotazos" urbanísticos, ya que estas prácticas "están convirtiendo a Vitoria en una ciudad
con graves problemas". Por su parte, el candidato a diputado general de Vizcaya, Iosu Murgia, apostó por generar empleo desde la investigación y desarrollo de las energías renovables.
- PP. El candidto a diputado general alavés, Javier de Andrés De Andrés, va a denunciar en un juzgado denunció al exdirector foral de Transportes Carlos Jiménez por intentar intimidarle con su denuncia anterior por un presunto cohecho. De Andrés criticó además a la Diputación por no "ampararle y aprovechar para cargar contra un rival".
- Hamaikabat. El candidato a diputado general de Guipúzcoa, Pello González, se comprometió en un acto celebrado en los jardines de Kutxaespacio en San Sebastián, a "seguir defendiendo los intereses de los guipuzcoanos por encima de intereses partidistas".
- EB. El aspirante a la alcadía de Vitoria, José Navas, criticó que el PSE, el PP y el PNV están haciendo la campaña a Bildu para "ocultar su responsabilidad" en la crisis y en el recorte de los derechos laborales y sociales. Navas apuntó en Vitoria que los tres grandes partidos tienen como "único objetivo" ocultar sus respectivos programas.
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