El Ejército bombardea y asalta con tanques el bastión rebelde de Homs
La ofensiva causa la muerte de casi 20 personas en dos urbes del sur del país
El Ejército sirio bombardeó ayer durante cuatro horas la ciudad de Homs, uno de los centros de la revuelta contra el régimen. Columnas de tanques tomaron el centro urbano, rodearon el barrio de Bab Amr y dispararon contra lo que el Gobierno definió como "refugios de terroristas". En los alrededores de Deraa, en el sur, el Ejército siguió asaltando pequeñas localidades. La Organización para los Derechos Humanos en Siria, con sede en Londres, dijo que habían muerto 13 personas en Al-Harra, cerca de Deraa, y al menos cinco en Homs.
Homs, núcleo industrial y tercera ciudad del país, permanecía militarmente ocupada desde el sábado, con la electricidad y los teléfonos cortados en la mayoría de los barrios. Deraa, Banias y Homs son ciudades conservadoras y con una población muy mayoritariamente suní, y en ellas han tenido especial importancia las manifestaciones contra el régimen de Bachar el Asad. Deraa fue la primera en sufrir el asalto de los tanques; el jueves se produjo el asalto a Banias, y ayer fue atacada Homs.
La ONU insiste en que Damasco debe permitir la entrada de observadores
Los primeros disparos sonaron antes del amanecer, hacia las cinco de la madrugada, y el fuego de artillería duró hasta pasadas las nueve. Las redadas de opositores, o "terroristas" en la terminología del régimen, se iniciaron antes, el martes al caer la noche. Activistas locales dijeron a la cadena británica BBC que los detenidos eran al menos 500 y que, como en Banias, permanecían encerrados en el estadio de fútbol.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, criticó de nuevo la brutalidad de la represión y denunció que, pese a las promesas del régimen, un equipo de observadores internacionales no había podido acceder todavía a Deraa. El Gobierno sirio, por su parte, afirmó que proseguían "las operaciones contra los grupos armados islamistas" y que dos soldados murieron ayer en "tiroteos con los terroristas".
Martin Fletcher, un periodista de The Times que entró en Siria haciéndose pasar por profesor y logró estar unas horas en Homs antes de ser detenido y expulsado a Líbano, explicó que en las calles solo se veían soldados y matones armados, que había tanques en cada encrucijada y que resultaba imposible escapar a los controles militares. Como otros testimonios, subrayó que el ambiente en la capital, Damasco, seguía siendo muy distinto, con una normalidad aparentemente total. Damasco y Alepo, los dos mayores centros urbanos de Siria, se han visto muy poco afectados por una revuelta protagonizada mayormente por campesinos y obreros industriales de religión suní. "El régimen muestra una completa unidad y la revuelta, en cambio, está fragmentada, por eso creo que por el momento Bachar el Asad resistirá", comentó Fletcher.
La represión militar empuja a numerosos sirios residentes cerca de Líbano a buscar refugio del otro lado de la frontera. Desde Homs se puede llegar andando al Kabir, un riachuelo que separa ambos países, y basta vadearlo para estar en territorio libanés. Un número indeterminado de personas lo han hecho ya. Un miembro del Gobierno interino de Beirut dijo ayer al diario The Guardian, bajo condición de anonimato, que el Gobierno de Damasco había presionado para que los refugiados fueran devueltos a Siria. "Nos han amenazado con invadir el norte del país", explicó.
Como resultado, la policía libanesa efectúa continuas redadas en la zona fronteriza próxima a Trípoli, la ciudad de Líbano que más simpatiza con la revuelta siria, para detener a refugiados y entregárselos a la policía de Bachar el Asad. Siria ha acusado repetidamente a los suníes de Líbano, cuyo principal partido, Movimiento del Futuro, dirige el Gobierno de forma interina, de facilitar dinero, armas y teléfonos por satélite a los rebeldes sirios.
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