Reproche a los madrileños resignados
A primera vista, podría parecer poco adecuado no halagar a los electores que queremos que voten al PSOE en la Comunidad y en los Ayuntamientos. Mucho menos parece sensato regañarles y reprocharles su apatía, su distancia de la política y su resignación. Sin embargo, quizás sea necesaria una sacudida y una bronca que abra los ojos, active las conciencias y despierte la memoria histórica de la tradición progresista de los madrileños. Probablemente solo criticando la actitud pasiva, apática y sin empuje, se pueda dar el vuelco imprescindible que necesitamos.
No hicimos los socialistas ni la Transición, ni la Constitución con el Rey, con Adolfo Suárez y su UCD, con los nacionalistas más integradores para facilitar el acceso al Gobierno a los antiguos franquistas a los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad. El PP tiene sectores democráticos modernos pero su silencio, y sobre todo el de Rajoy, aumentan el impacto y los gritos de doña Esperanza y sus corifeos afines, Mayor Oreja o Camps, integristas, populistas, que han traicionado el espíritu de la vuelta a la democracia, las esperanzas de una transformación desde la libertad y la igualdad y que han adormecido a muchos ciudadanos, también muchos madrileños, para que olviden el sueño de la razón y la utopía progresista que ha sido su meta más querida y más deseada. No debemos dejar paso a esos sectores casposos, llenos de rencor y sedientos de riquezas.
No debemos dejar el poder a esos sectores casposos, llenos de rencor y sedientos de riquezas
Los estadounidenses son propensos a creer cíclicamente en la decadencia
El vuelco necesario debe hacerse con sentido práctico y desde posibilidades reales y no con sueños imposibles ni con esfuerzos inútiles. Es evidente que solo se puede alcanzar este objetivo con el liderazgo y con el impulso del Partido Socialista, aquí en el Madrid de Tomás Gómez, excelente candidato y un político honrado dispuesto a sacudir las políticas retrógradas y a encabezar a todos los sectores progresistas para que la señora marquesa consorte no siga gobernando en Madrid.
Idéntica operación se debe realizar en pueblos y ciudades de la Comunidad para conservar Ayuntamientos de izquierdas o para conquistar aquellos que están en manos conservadoras desde el liderazgo del candidato más emblemático que es Jaime Lissavetzky.
En cada circunscripción municipal es fundamental en esta operación la presencia y la colaboración de Izquierda Unida, que debe ser tratada con el respeto y la consideración que merece y con la valoración del puesto que ocupa en la izquierda española. No son tiempos para aventurerismo ni para políticas como las de las dos orillas de la etapa de Anguita. Lo son para el juego limpio y la lealtad recíproca para acabar con la pesadilla del dragón que representa la señora Aguirre.
¡Madrileños, despertad! No debéis olvidar vuestras raíces ni renunciar a vuestra historia. Seguid el camino de Stéphane Hessel, ese anciano francés lleno de coraje y de juventud que ha revuelto las conciencias con su pequeño libro ¡Indignaos! -prologado por otro anciano ejemplar, José Luis Sampedro, un economista heterodoxo y un escritor de talento-, en el que se comunican ideas para evitar el pesimismo ante la evitable victoria de la señora Aguirre y de sus correligionarios en la Comunidad de Madrid. No podemos resignarnos, sino que debemos luchar sin descanso en defensa de nuestra dignidad, para evitar la catástrofe moral que supondría una derrota anunciada y soportada por unos madrileños que habrían dejado de luchar. Con Tomás Gómez en cabeza y desde el reproche a los madrileños resignados, luchemos francamente para ser dignos de respeto y ganar al pesimismo, a la desgana y al derrotismo. ¡Vale la pena!
Gregorio Peces-Barba Martínez es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.