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La Eurocámara critica la propuesta francesa para endurecer las fronteras

Alemania respalda la reforma de Schengen pero desestima las quejas de Italia

La Comisión y los Gobiernos de la UE tendrán que ir con los pies de plomo en sus planes de reforma del acuerdo de Schengen, incluida la posibilidad de reintroducir de forma temporal controles fronterizos. El Parlamento Europeo se lanzó ayer con furia contra lo que considera cesiones ante el populismo y la xenofobia que recorren Europa.

La mayoría de las familias políticas se pronunció contra las reclamaciones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, a quienes sus propios correligionarios del Partido Popular Europeo mostraron muy tibia comprensión.

Con la excepción previsible de euroescépticos y separatistas del tipo Vlaams Belang belga, el debate parlamentario sobre el impacto en Schengen de la política migratoria y de asilo de la UE se convirtió en un canto a uno de los grandes logros en la historia de la UE, el de la libertad de circulación sin controles fronterizos en buena parte del continente (solo Irlanda, Reino Unido, Chipre, Bulgaria y Rumania en la UE no pertenecen al acuerdo Schengen, del que son socios los extracomunitarios Islandia, Noruega, Suiza y, pronto, Liechtenstein).

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"Es un gran avance de la civilización que los países sean capaces de derribar fronteras y dejar a los ciudadanos moverse libremente", enfatizó el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso. Fueron tantos los ditirambos, que más de un eurodiputado preguntó a qué venían entonces las intenciones de introducir modificaciones y poner en peligro Schengen.

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Para adaptarse a los nuevos desafíos a los que se enfrenta Europa, para corregir defectos de funcionamiento, fue la respuesta de la Comisión Europea, encarnada por Barroso y Cecilia Malmström, la comisaria de Interior.

Malmström apuntó que los planes de reajuste vienen de lejos, si bien obvió que las ideas presentadas por ella la pasada semana recogen la petición de restablecer controles fronterizos en atención a las demandas de Sarkozy y Berlusconi. "No se trata de buscar el modo en que los Estados reintroduzcan los controles fronterizos", insistió Barroso. "Eso no solo socavaría lo que Europa ha construido en 61 años, sino que sabotearía nuestros esfuerzos para construir una Europa próspera e integrada". Según él, "se trata de reforzar el acerbo de Schengen, no salir del acerbo de Schengen".

La Comisión no convenció a la Cámara, para la que la reforma planteada es "exagerada y fuera de lugar", en palabras del jefe socialista, Martin Schultz. Para el liberal Guy Verhofstadt es "una vergüenza" el pimpón entre la Comisión y París y Roma. El diputado verde Daniel Cohn-Bendit dijo hablar como judío al recordar cómo en el pasado los de su raza fueron rechazados en muchos países de Europa. "Esa era la Europa que teníamos", apuntó, dando a entender que esa es la Europa a la que se podría volver, "una Europa a la carta, en la que se excluirá al de piel oscura o a los diferentes".

Juan Fernando López Aguilar, jefe de los socialistas españoles en la Eurocámara, negó que fuera insoportable para Italia una carga de 25.000 emigrantes ilegales cuando no lo fueron 30.000 al año para Canarias. "Es un grave error combatir el populismo asumiendo sus consignas e imitando sus propuestas", dijo.

"Tenemos que asegurarnos de que el principio de la libertad de movimiento no sea dañado de ninguna manera", señaló el popular Manfred Weber, quien alentó a solidarizarse con los Estados más expuestos a las tensiones migratorias y a la responsabilidad de los Gobiernos. Su correligionario Carlos Coelho subrayó que la clave está en reforzar las fronteras exteriores, no en establecer controles en las interiores, y prometió que su grupo trabajará lealmente con la Comisión para conseguirlo.

En una reunión de ministros de Interior en París, Alfredo Pérez Rubalcaba insistió en que a España le parece innecesario reformar Schengen para responder a un problema que el propio Schengen permite resolver.

En cambio, el ministro de Interior alemán, Hans-Peter Friedrich, apoyó la ambición francesa de retocarlo para responder a situaciones generadas cuando un país no puede proteger sus fronteras exteriores. Friedrich cree que Berlusconi se queja de vicio. "Un gran país como Italia puede perfectamente acoger sin dificultades a los alrededor de 10.000 o 12.000 que quieren quedarse" de los 25.000 llegados, declaró a Le Figaro. Los Veintisiete discutirán las reformas de Schengen mañana en Bruselas en una reunión de los ministros de Interior comunitarios.

Barroso conversa con la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, durante el pleno.
Barroso conversa con la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, durante el pleno.P. SEEGER (EFE)

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