Hay muertos muy peligrosos
Que un galardonado con el Premio Nobel de la Paz mantenga abierto un centro de detención y tortura como Guantánamo; que autorice la ejecución de un terrorista y la desaparición del cadáver en el mar y que luego diga al mundo entero que se ha hecho justicia, no contribuye, precisamente, a fomentar la paz ni a prestigiar dicho galardón.
No es necesario recordar el daño que el terrorista Bin Laden y su organización han causado a infinidad de inocentes. Sin embargo, quienes estamos en contra de la violencia y a favor de la justicia y los derechos humanos, no podemos aplaudir los procedimientos empleados en la eliminación de este terrorista. Y no debemos hacerlo porque hechos de esta naturaleza dan argumentos a los extremistas, debilitan las democracias y nos hacen a todos más vulnerables.
Si yo fuera Obama, no me sentiría orgulloso ni contento por la muerte de Bin Laden; más bien todo lo contrario: estaría muy preocupado. Hay muertos muy peligrosos. Y Bin Laden muerto, puede ser tan peligroso o más que cuando estaba vivo.
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