Arthur Laurents, creador de sueños en Broadway
Dramaturgo y guionista, firmó 'West Side Story' y 'Gypsy'
Broadway y Hollywood quedaron huérfanos el jueves al perder a uno de los nombres que con su talento para la palabra contribuyeron a engrandecer el arte de contar historias. Arthur Laurents, autor del musical West Side Story pero también de los guiones de Tal como éramos, Anastasia o La Soga, falleció en Nueva York a causa de una neumonía. A sus 93 años, la enfermedad fue lo único que frenó a este prolífico dramaturgo, guionista, escritor y director que actualmente trabajaba en la adaptación al cine de uno de sus grandes éxitos de Broadway, el musical Gypsy.
"Los escritores somos el pueblo elegido", bromeó una vez durante una entrevista en la que confesó que cuando realmente se sentía feliz era cuando se sentaba en soledad, "a poner sobre el papel mis sueños y mis fantasías".
La película 'Tal como éramos' fue la adaptación de su primera novela
Nacido en Brooklyn en 1917, Laurents se enamoró de los escenarios siendo apenas un niño, al acudir con regularidad a ver musicales, que se convertirían en una de sus grandes pasiones y en el vehículo que dio alas a su talento. Suya fue la idea de transformar la traumática historia de amor entre Romeo y Julieta concebida siglos atrás por Shakespeare y llevarla, con West Side Story, hasta las calles de Nueva York, en lo que se convertiría en un musical extraordinario que marcaría un antes y un después en Broadway. El talento de Laurents se unió al del compositor Leonard Bernsteiny al del director y coreógrafo Jerome Robbins para preparar en 1957 el espectáculo al que Laurents también unió al entonces primerizo Stephen Sondheim. La unión de los cuatro nombres resultó ser una de las más brillantes colaboraciones que ha dado Broadway, que vio brillar nuevamente al duo Sondheim-Laurents en 1974 con Gypsy, por el que también será recordado Laurents.
Su carrera había arrancado en los años treinta en la radio, para la que escribió seriales a 30 dólares para la CBS y tras pasar la II Guerra Mundial escribiendo los guiones de los informativos promocionales militares, regresó a Estados Unidos con una obra de teatro estrenada en Broadway en 1945 y basada en sus experiencias en el Ejército titulada Home of the brave.
En ella ya estaban presentes algunas de las ideas que marcaron gran parte de su producción: conflictos éticos, presión social, antisemitismo e integridad personal. Esas ideas, interpretadas en el contexto de la América obsesivamente anticomunista de finales de los cuarenta, y su participación en un grupo de estudios marxistas, le convirtieron también durante unos años en un escritor vetado en Hollywood, donde la persecución de guionistas fue salvaje tras la guerra.
Él había conseguido entrar en ese mundo en 1948 con la adaptación del libro de Patrick Hamilton La Soga, que Alfred Hitchcock llevó al cine. Pero tras ser acusado de comunista se vio obligado a regresar a Nueva York, donde se entregó por entero al musical, culminando años de trabajo con el estreno en 1957 de West Side Story. Ese año su nombre también sonaría unido de nuevo como guionista a varias películas de éxito: Anastasia, por la que Ingrid Bergman ganó el oscar a la mejor actriz, y Bounjour Tristesse, el inolvidable filme de Otto Preminger.
En los años sesenta también comenzó a dirigir teatro, una tarea por la que ganaría un Tony en 1983 por el musical -con libreto también suyo- Le Cageaux Folles. Aunque su primer reconocimiento oficial de la industria le llegó en 1968 por Hallelujah Baby!, proclamado entonces mejor musical del año.
En los setenta su voracidad creativa le llevó también a atreverse con la novela. De su primera obra, Tal como éramos, nacería después la inolvidable adaptación cinematográfica -cuyo guion también firmó él- que interpretaron de forma memorable Robert Redford y a Barbra Streisand. Su último guion cinematográfico, The turning point, firmado en 1977, le valió una candidatura al oscar.
Laurents fue también la mente detrás del reciente revival de West Side Story en una versión en español y del de Gypsy en 2008. En ellos, y en todo lo que escribió, la clave del éxito estaba, como él mismo dijo, en las emociones. Su legado deja constancia de ello.
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