El hombre que llevó hasta Bin Laden
La CIA llegó a Abbottabad siguiendo el rastro de Abu Ahmad, mensajero de confianza del terrorista - Presos de Guantánamo delataron su nombre
Osama bin Laden evitaba, por razones obvias, todo tipo de comunicación vía Internet o telefónica y solo confiaba en correos, un sistema basado en personas -muy pocas- que le mantenía en contacto con el mundo y a salvo de ser capturado por las fuerzas de Estados Unidos en los casi diez años que vivió con el precio puesto a su cabeza desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La cadena de información CNN informaba ayer de que el hombre que condujo -sin quererlo- hasta el escondite de Bin Laden era un kuwaití de nombre Abu Ahmad. CNN citaba fuentes diplomáticas en la obtención de tan importante información y aseguraba que la identidad de Ahmad quedó confirmada por la CIA en 2007.
El correo fue identificado en Peshawar, en el norte de Pakistán
El hombre falleció junto a su líder en la operación de las fuerzas de EE UU
Cómo se llegó hasta el nombre de Ahmad está directamente ligado con el sistema de encarcelación y detención secreta construido por la CIA en nombre de la guerra contra el terrorismo y lo que la Administración de George W. Bush optó por llamar empleo de "técnicas de interrogatorio mejoradas", lo que entre otras sutilezas incluía el conocido como waterboarding o técnica de ahogamiento simulada para obtener información de los prisioneros.
Para los agentes de la CIA que llevaban a cabo los interrogatorios, tan importante era lo que se decía como lo que se callaba o se decía desconocer durante estos. Por eso, después de que varios reos de Guantánamo dieran el nombre del principal correo de Bin Laden, los militares de Guantánamo intentaron averiguar qué sabían sobre esa persona dos figuras clave dentro de Al Qaeda y en custodia norteamericana en la base naval en Cuba.
Tanto a Jalid Sheij Mohamed -cerebro de los ataques del 11-S- como al jefe de operaciones de Al Qaeda, Abu Faraj al Libi, se les preguntó quién era Abu Ahmad. Tanto Sheij Mohamed como Al Libi negaron haber oído nunca ese nombre. No tenían ni idea de sobre quién les estaban hablando. Eso encendió las alarmas e hizo sospechar a los interrogadores. Si dos importantes detenidos mentían sobre el correo, lo más probable es que fuera alguien importante.
La caza de Bin Laden seguía abierta, pero no daba resultados. El fracaso en las montañas de Tora Bora fue lo más cerca que la CIA estuvo nunca de Bin Laden. Pasaban los años y en 2005 muchos en la Administración -entonces republicana- y en el interior de la Agencia veían cómo se enfriaba el rastro del terrorista más buscado de todos los tiempos. La opción que se tomó -al considerar que Bin Laden debía de estar en Afganistán o Pakistán- fue la de desplegar más agentes de la CIA en esos dos países.
En julio del año pasado, agentes paquistaníes a sueldo de la CIA vieron a un hombre conduciendo un coche por las calles de Peshawar que respondía a la descripción de Ahmad. Los agentes anotaron la matrícula del Suzuki de color blanco. El cerco a Bin Laden acababa de comenzar.
Fue cuestión de semanas que el correo de Bin Laden, quizá ya el único hombre en el que confiaba el Príncipe del terror y con quien vivía -y moriría en la madrugada del lunes-, acabara conduciéndolos hasta la puerta del que resultaría ser el refugio del líder de Al Qaeda en Abbottabad.
"Hemos tenido bajo vigilancia el campamento de Bin Laden durante meses tratando de averiguar si teníamos bastantes pruebas como para poder lanzar una operación", aseguró una fuente oficial a la prensa tras el asalto. "Los agentes han estado trabajando sobre el mismo objetivo años y años y más años hasta que finalmente encontraron a un tipo que les condujo a otro tipo que les condujo a otro que finalmente les llevó ante el tipo que importaba. Eso ha sido todo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.