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Elecciones municipales
Columna
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No tropezar en la misma piedra

Resulta asombrosa la tendencia que tenemos los seres humanos a repetir los errores del pasado, a despreciar la experiencia histórica acumulada, a ignorar incluso vivencias propias cercanas en el tiempo. Con inusitada frecuencia solemos tropezar en la misma piedra y, desde luego, no parecemos dispuestos en absoluto a aprender en cabeza ajena. Quizá conscientes de esta tendencia humana al olvido, un grupo de ciudadanos coruñeses, todos ellos con una irreprochable trayectoria democrática y un reconocido compromiso cívico, han creado una plataforma apartidista y plural (Non podemos calar), con el fin de contribuir a la movilización electoral y evitar que, debido a un cierto justificado desencanto, se repita lo que sucedió en las elecciones autonómicas, en las que por un escaso número de votos se ha producido el retorno de la derecha al poder con las consecuencias conocidas: desmantelamiento sistemático de los logros del anterior Gobierno, ruptura de los consensos políticos y sociales básicos y deterioro profundo de la democracia.

La derecha coruñesa es especialmente reaccionaria, no ha sabido cortar con la dictadura

Los promotores de Non podemos calar advierten además que el acceso de la derecha al Palacio de María Pita representaría algo más que una normal alternancia en un sistema democrático. El triunfo de la derecha coruñesa significaría un profundo cambio en la cultura política en abierta ruptura con la tradición liberal, democrática y republicana de la ciudad. Porque es evidente que estamos ante una derecha especialmente reaccionaria, que no ha sido capaz de cortar el cordón umbilical con el antiguo régimen. En efecto, cuando el Ayuntamiento de A Coruña decidió aprobar, transcurridos 32 años de convivencia democrática y 34 desde el fallecimiento del dictador, la retirada de los títulos honoríficos concedidos en su día a Franco, el cambio de nombre de 22 calles que honraban a siniestros personajes que se alzaron en armas contra la democracia o poner término a la inaceptable presencia de la estatua de Millán Astray en una plaza de la ciudad, el Partido Popular de A Coruña, liderado por su candidato a la alcaldía, Carlos Negreira, se ha negado a secundar la propuesta del Gobierno municipal. Como tantas otras veces, la derecha ha recurrido a pueriles excusas para evitar el distanciamiento y el rechazo inequívoco al franquismo. Mientras las derechas europeas han condenado sin reservas los regímenes fascistas y autoritarios que asolaron sus países en el pasado, el Partido Popular sigue mostrando una contumaz resistencia a condenar el régimen de Franco y a reconocer a sus víctimas.

Ahora bien, en unas elecciones democráticas cada ciudadano dispone de un solo voto que, obviamente, no puede repartir entre diferentes fuerzas políticas. Por eso los partidos, incluso los que son aliados naturales y están condenados a entenderse, libran una encarnizada batalla para conseguir cada uno de los indivisibles votos de los ciudadanos. En campaña, cada formación política reafirma su identidad, resalta sus supuestas virtudes, destaca sus ventajas comparativas y todo aquello que le distingue del adversario o del competidor, que por principio suele ser denostado. En una campaña electoral no existen amigos, solo contrincantes a batir. Atrapados en esa vorágine, los candidatos pronuncian discursos en los que abundan los exabruptos, las hipérboles y todo tipo de excesos que los ciudadanos reciben con evidente cansancio e inteligente escepticismo.

Pero todo tiene un límite, y la santa paciencia con que la ciudadanía soporta este ritual suele transformarse en firme rechazo y justificada indignación cuando alguien se pasa de la raya y desprecia su inteligencia. Por todo ello me permito sugerirle a la plataforma Non podemos calar que incluya en su manifiesto un llamamiento a las fuerzas políticas progresistas, para que también ellas favorezcan la participación, y para que su legítima disputa electoral no desvirtúe o difumine la alternativa a la derecha que, en A Coruña como en el resto de las ciudades gallegas, será políticamente plural o no será.

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