Marruecos grita sí al cambio y no al terrorismo
Las manifestaciones del Primero de Mayo se convierten en una reivindicación de una transición política pacífica
El Primero de Mayo se convirtió ayer en Marruecos en una sorprendente amalgama de reivindicaciones sociales tradicionales y otras de nuevo cuño, que piden un cambio de sistema político, entremezcladas todas ellas con el rechazo al terrorismo que el jueves pasado golpeó en Marraquech, la capital turística, causando 16 muertos. "No al terrorismo, sí a las reformas", rezaban varios carteles resumiendo un sentimiento mayoritario en las manifestaciones.
Los principales sindicatos -UMT, CDT y FDT- secundaron, a grandes rasgos, las demandas de los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero que desde hace más de dos meses se manifiestan en todo el país denunciando la corrupción y por la instauración de un sistema auténticamente democrático.
12.000 personas se echaron a las calles de Rabat a pesar del mal tiempo
"El terror no quiere una Constitución democrática", coreaban los jóvenes
"La clase obrera forma parte del Movimiento del 20 de Febrero", se podía leer en una gran banderola con la que los sindicatos dejaban claro su alineamiento. "Por la disolución del Parlamento y del Gobierno", exigía otra pancarta enarbolada por los militantes de la Unión Marroquí de Trabajadores, que se sumaban así a una exigencia recurrente de los jóvenes.
Los jóvenes participaron en los cortejos del Primero de Mayo en las grandes ciudades, en los que las centrales no entremezclan sus afiliados, sino que desfilan en bloques separados. Entre ellos se colaron trabajadores de diversas empresas con sus reivindicaciones específicas o asociaciones de licenciados en paro. Durante un rato la manifestación de Rabat estuvo incluso encabezada por los empleados de la Royal Air Maroc (RAM), la aerolínea de bandera marroquí, con sus azafatas uniformadas.
Si los eslóganes diferían a veces, el rechazo al terrorismo era un grito unánime. "La clase obrera condena los actos terroristas de Marraquech", señalaban varias pancartas. Los jóvenes contestatarios coreaban su particular lema: "El terrorismo teme una Constitución democrática".
El rey Mohamed VI propuso, el 9 de marzo, una reforma de la Carta Magna, pero ellos consideran que es una revisión tímida del texto y rehusaron incluso colaborar con la comisión que prepara la nueva Constitución.
Horas antes de que el cortejo arrancase, Amal el Amri, una de las responsables de la UMT, reiteró una sospecha generalizada: "El momento elegido nos induce a pensar que hay sectores que se resisten a que Marruecos avance desde un punto de vista democrático o económico".
El ministro del Interior, Taieb Cherkaoui, declaró el viernes que el bombazo era "del estilo de Al Qaeda", pero aún no ha sido reivindicado y el país se pregunta angustiado quién puede haberlo instigado y por qué en este momento de reformas. El Movimiento 20 de Febrero ha convocado un acto nacional de repulsa al terrorismo el próximo domingo en Marraquech.
En la capital, unas 12.000 personas se echaron ayer a la calle, según fuentes independientes, mientras que en Casablanca fueron algunas menos. Un pequeño sindicato, la Unión General de Trabajadores Marroquíes (UGTM), canceló en esta ciudad su desfile anual porque, probablemente, no quería verse involucrado en reivindicaciones políticas. Lo dirige Hamid Chabat, alcalde de Fez y responsable del Istiqlal, el partido nacionalista que encabeza la coalición gubernamental.
La afluencia no fue muy elevada por dos razones. La primera, el mal tiempo que azota casi todo Marruecos. En Rabat llovió intensamente a lo largo del día. La segunda es que el 26 de abril, Gobierno y sindicatos alcanzaron un acuerdo que concede a los funcionarios y a los jubilados las mayores subidas salariales del reinado de Mohamed VI. Es probable que la medida anunciada por el monarca haya desmovilizado a un buen número de militantes.
El acuerdo prevé una subida lineal de 55 euros mensuales a los 810.000 funcionarios de Marruecos, incluidos los militares. Para los sueldos más bajos (185 mensuales), el aumento es del 30%. Las pensiones mínimas, que cobran unos 111.000 jubilados, se incrementarán en un 70% al mes, de los 600 dirhams (55 euros) a los 1.000 (90 euros). El pacto obliga además al sector privado a subir el salario mínimo interprofesional en un 15% de aquí al 1 de enero, un porcentaje muy superior al de la inflación.
El Ejecutivo ha dado a entender que financiará estas medidas recortando los gastos de funcionamiento de la Administración. Pero difícilmente las maltrechas arcas del Tesoro marroquí van a poder soportarlas. Hacienda ya hace un costoso gasto para evitar que el incremento del barril de petróleo repercuta sobre los consumidores, que siguen pagando la misma cantidad en la gasolinera.

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