Los Celtics, nuevos favoritos

Los Ángeles es conocido por ser un lugar superficial. Cuando la gente piensa en Los Ángeles, piensa en pechos de silicona, estiramientos faciales y adultos que pretenden ser otra persona para el público que está en los asientos de los teatros. En honor de la superficialidad de Los Ángeles, la ciudad más estadounidense de las ciudades estadounidenses (para bien o para mal), me parece que resultaría apropiado escribir algunas observaciones someras, frívolas y, sí, superficiales sobre los playoffs de la NBA hasta el momento.

Los Bulls de Chicago son una alegría para la vista. Pasan la pelota, Derrick Rose es increíble y Kyle Korver mete los balones por el aro igual que un gordo come donuts, con facilidad y alegría. Pero no van a ganar el campeonato. Si los Pacers de Indiana pueden llevar a tu equipo al límite, no puedes ser muy bueno.

Va a ser extraño cuando los Spurs de San Antonio sean malos. Ese día va a llegar y más rápidamente de lo que se imaginan. David Robinson cedió el relevo a Tim Duncan. A Tim Duncan le gustaría cedérselo a Tiago Splitter. Pero el hecho de tener la mejor reputación del planeta no ha dado a Splitter unas habilidades como las de Duncan (o como las de Robinson). Y, sin un pívot, los Spurs son como los Rockets de Houston, es decir, son mejores que 10 equipos del Este, pero peores que nueve del Oeste.

¿Quién habría pensado hace cinco años que Zach Randolph estaría llevando a un equipo a unas sorprendentes victorias en los playoffs?

Después de las pifias en la primera ronda de otros equipos mejor considerados, los nuevos favoritos son los Celtics de Boston. Eso es un error. Y es correcto. Un error, porque los Celtics, me temo, también son demasiado viejos. Pero es correcto porque los Celtics tienen a Rajon Rondo, que es el mejor base de los playoffs, al menos en lo que se refiere a bases con Ray Allen, Paul Pierce y Kevin Garnett en su equipo.

Puede que piensen que vale la pena que me retracte de aquello que dije de Dirk Nowitzki para Jugador más Valioso. Hasta que se paren a pensar en lo mucho que habrían pisoteado a los Mavericks si no le hubieran tenido.

Los Thunder de Oklahoma City son como el tipo gracioso en una película de miedo. Queremos que sobreviva, pero, en el fondo, sabemos que va a encontrar una muerte espantosa en algún punto del segundo acto.

Solía pensar que los Heat pasarían el verano desfilando por las calles de Miami con un trofeo. Sigo pensando que llegarán a las finales, aunque solo sea porque Erik Spoelstra entienda finalmente que tiene que decir a Dwyane Wade y LeBron James que vayan a la canasta siempre por la pista. Pero, si los Sixers de Filadelfia pueden llevar a tu equipo al límite, no puedes ser muy bueno.

Y luego está el equipo que creo que va a ganar: los Lakers. Un amigo residente en Los Ángeles que está metido en un sector muy superficial me decía no hace mucho que yo me equivocaba respecto a Kobe Bryant porque él no es la razón por la cual ganan los Lakers. Ganan gracias a Pau Gasol y Andrew Bynum. Creo que tiene razón. También pienso que, cuando pones tus esperanzas en el talento de dos hombres grandes hábiles, tienes bastantes probabilidades.

Naturalmente, puede que solo piense eso hasta la próxima semana, cuando, en honor de otra de las principales características de Los Ángeles (la excentricidad), cambie de parecer.