Pedrosa ya tutea al campeón
El de Honda supera la lesión en el hombro izquierdo y bate a Lorenzo a cuatro vueltas del final
Pedrosa y Lorenzo. Lorenzo y Pedrosa. Dos pilotos tan diferentes y dos personas tan opuestas con, al menos, un par de cosas en común: su enorme talento y su destreza a dos ruedas. El Gran premio de Portugal dejó otro duelo para el recuerdo entre los dos españoles, cuya superioridad en la pista quedó manifiesta al minuto de que los semáforos se apagaran. Su pelea era una. Y tenía un premio: la victoria. La del resto, estuvo despojada del interés y el espectáculo que se espera. Arrancaba el mallorquín desde la primera posición de la parrilla de salida. El catalán, desde la tercera. A la salida de la primera curva ya marchaban en primera y segunda posición, respectivamente. Y así aguantaron hasta que Pedrosa decidió dar un paso al frente, algo que todavía no había hecho o, mejor, no había podido hacer este año, fastidiado por los problemas en el hombro izquierdo que aún arrastraba tras su caída en Japón el octubre pasado.
El catalán aguantó a rebufo. Y cuando vio que la mano no se le dormía, dio el hachazo
Decidió el de Honda que lo mejor sería aguardar tras esa Yamaha, la de Lorenzo, que tan bien se lleva con el trazado portugués. Decidió que lo mejor sería comprobar primero, sin cansarse demasiado, cómo de sano había quedado su maltrecho hombro tras la operación de hace un mes. Decidió que lo mejor sería que fuera otro quien desgastara más sus neumáticos, su físico y su paciencia. Decidió encomendarse a su gran rival, tan delicado como él encima de una moto, para que lo guiara hasta su primer triunfo en 2011, el primero desde el Gran Premio de San Marino, el pasado septiembre. Y así fue. La victoria de Pedrosa se sirvió a rebufo de Lorenzo.
Aguardó el catalán vuelta tras vuelta, a escasas dos o tres décimas del primero, trincando los frenos ante cada curva siempre unos instantes antes que aquél. No quería adelantarle. No demasiado pronto. No quería que le ocurriera como hasta ahora, que perdía fuelle llegado el ecuador de la prueba. Mejor ahorrar esfuerzos. Iban tan pegados que a siete vueltas del final calcaron sus tiempos. Y cuando fue totalmente consciente de que su decisión de pasar de nuevo por el quirófano había sido acertada, cuando comprobó que ese maldito hombro podía aguantar el tirón, que esa mano ya no se dormía, le dio el hachazo. Se colocó a la sombra de Lorenzo, aprovechó su rebufo, salió como una flecha en plena recta, y tomó antes la primera curva, a derecha. En solo una vuelta ya le había ganado casi medio segundo. Era una pizca más rápido. Lo suficiente para no sufrir más. Para alejarse bastante sin temer un ataque del mallorquín, que siempre lo intenta a la mínima posibilidad. Pero ayer no andaba tan fino como de costumbre. Sonrió Pedrosa, feliz por sentirse, por fin, en plenas facultades para poder jugarle al campeón del mundo de tú a tú.
No tuvo más protagonistas la prueba. Quizá Simoncelli, a quien todos miraban con lupa tras las declaraciones del sábado y su pique con Lorenzo. No tiró a nadie el italiano, que, eso sí, se tocó con Stoner en la salida. Pero se cayó solo. Como en Jerez, donde terminó por los suelos por un error propio cuando lideraba el pelotón. También cayó Barberá, instantes después de que lo hiciera el italiano. Y hubo poco más. Basta decir que los únicos adelantamientos del día los protagonizaron Capirossi y Elías, a la cola de la carrera; y Dovizioso y Rossi, que en la última vuelta se vio superado por su compatriota en un adelantamiento por velocidad a final de recta.
La nota épica la puso Álvaro Bautista. Terminó a 1m 24s de Pedrosa, pero terminó. Y eso que el médico le había amenazado con ni siquiera dejarle participar por su lesión. Objetivo cumplido.
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