"Gastamos 1.200 euros cada mes, entran 426 y en mayo se nos acaban"
El panorama de José Antonio Rodríguez y su mujer Raquel Lara, de Barcelona, es de los que no dejan dormir. "Gastamos 1.200 euros fijos cada mes, solo ingresamos los 426 euros que cobra mi mujer desde que se le acabó el paro y el mes que viene es el último". Son treintañeros y acaban de tener un bebé. "Gracias a Dios el piso es de alquiler", suspiran pensando en los conocidos que no pueden pagar la hipoteca. La suma de los gastos es rápida: "700 de alquiler, agua, luz y gas, comida, pañales y farmacia para el niño... menos mal que toma pecho". Hasta este mes han tirado de ahorros. Pero todo tiene un fin: 800 euros de paro que ingresaba ella y 1.200 que cobraba él no daban para engordar una gran hucha.
En unas semanas tendrán que recurrir a sus respectivas familias. "Comeremos un día en mi casa y otro en la de ella". Aunque pintan bastos. En casa de José Antonio solo entra lo que gana su madre, que mantiene a otra hija de él, de 14 años. Su padre y su hermano también están en paro. El hermano, para más inri, destina 200 de los 426 euros que recibe al mantenimiento de su hija, que vive con la madre. En casa de Raquel solo trabaja el padre; la madre no puede por motivos de salud y no cobra pensión de invalidez.
La historia de José Antonio Rodríguez es además rocambolesca porque debería estar cobrando el paro pero la empresa para que trabajaba, Inox Tres, dejó en el limbo a los empleados: cerró, presentó concurso de acreedores y mientras no se resuelva no pueden solicitar el subsidio. "Peor que parado, parado sin paro". Inox Tres se dedicaba a la metalistería y cristalería y dos días antes de echar el cierre en enero sus empleados todavía hacían horas extras. Tenían en marcha la fachada de la nueva Filmoteca de Cataluña, y han trabajado para grandes clientes, como la Sagrada Familia, donde construyeron lámparas, o La Caixa. José Antonio y sus 40 compañeros están convencidos de que a los propietarios les sale más a cuenta contratar autónomos.
Anticipándose a la que se les viene encima, la pareja ha recurrido a la oficina de Bienestar Social que tienen detrás de casa. Para solicitar la ayuda al alquiler que de la Generalitat, por ejemplo. "La asistenta social nos dijo que sólo la dan si no hay ningún ingreso... y como yo estoy pendiente de si cobro o no cobro el paro...". Vales de comida, aseguran, tampoco les corresponden, ¿y los 100 euros mensuales de las madres trabajadoras durante los tres primeros años de vida de los hijos? "Tiene guasa que los cobren las madres trabajadoras pero no las que no tenemos trabajo", se resigna Raquel. "Es el mundo al revés", critica José Antonio.
Con un hijo al que sacar adelante, la pareja no descarta nada: ni trabajar en negro. Porque trabajo "no hay". Raquel no tendría problema en trabajar de limpiadora, pero en la oficina del paro "solo hay ofertas para gente que tiene un 35% de discapacidad". Lo malo de la idea de "currar en negro" es que ahora mismo tampoco es viable. José Antonio está dispuesto a "hacer lo que sea". Ha preguntado a sus amigos autónomos, instaladores, fontaneros, pero su situación también está al límite: "Han pasado de trabajar a destajo y tener empleados, a trabajar solos dos o tres días a la semana. No tienen ni para ellos".
"De alguna manera saldremos aldelante", se consuela la pareja, estresada de tanto darle a la cabeza. "Nos sentimos muy impotentes. Y conocemos a gente que todavía está peor: gente que ha tenido que dejar los pisos, que se ha tenido que ir a vivir con los padres...". "Trabajaríamos de lo que fuera", insiste Raquel, aunque tampoco es fácil con un crío que todavía reclama pecho cada poco rato.
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