Fritura impecable
La Reserva de Antonio, una carta desbordante en Torremolinos
Por fin! La Carihuela otra vez. Tras algunos años de sequía gastronómica, la emblemática playa de Torremolinos (Málaga), antiguo barrio de pescadores, dispone de un nuevo enclave, La Reserva de Antonio, local luminoso, de interiorismo acertado, con comedores al pie de la misma arena.
A un lado y otro de la playa, pateras encalladas en las que se asan sardinas, y por todas partes frituras de pescado, el reclamo más perverso de la zona, cuyos resultados, por culpa de aceites espurios y fatigados, dejan bastante que desear (con excepciones, como fue el caso de Félix Cabeza, promotor del grupo La Dorada).
Aunque La Reserva de Antonio cumple con los tópicos de la zona, se distancia de sus resabios. A ras de la calle, una barra para tapear o comer sentado con pizarras repletas de ofertas. Quizá gazpacho, ensalada malagueña y flamenquines. O tal vez huevos fritos con morcilla, callos con garbanzos y tortillitas de camarones. En el área contigua, mesas altas para almorzar en taburetes. Detrás, el comedor, ruidoso y contemporáneo. El gran mérito de su patrón, Pepe Gómez -que también regenta La Reserva 12 en Málaga-, es conjugar materias primas de calidad, precios moderados y servicio diligente.
La Reserva de Antonio
PUNTUACIÓN: 5,5
Plaza del Remo, 6. La Carihuela (Torremolinos). Teléfono: 952 05 07 35. Cierra: lunes. Web:www.lareservadeantonio.com y www.grupolareserva.com. Precio: Entre 40 y 50 euros por persona. Alcachofas salteadas con jamón, 12. Fritura malagueña, 15. Chuletón (2 personas), 42. Nueces con nata, 5 euros.
"Muchos mariscos y pescados nos llegan de Estepona y Málaga", afirma. "De Galicia recibimos merluzas, bogavantes y mejillones, y de San Sebastián, carnes rojas". Tan apabullante es el número de sus especialidades, que parece imposible que la cocina pueda sostener el listón. Lamentablemente, esta es la realidad. Es sabrosa la ensaladilla rusa, pasa el aprobado el salpicón de marisco y resulta suculenta la porra antequerana. Desentonan las croquetas, con tanta nuez moscada que no se aprecia nada más.
Lo que no se puede cuestionar es el punto de sus frituras. Perfectos los salmonetitos y los boquerones, soberbias las pijotas (merlucitas) e impecables los minicalamares. El gran fracaso llega con los arroces, como testimonia una pésima paella marinera, desaborida y con los granos abiertos. Desatino que enmiendan carnes como el gran chuletón, de gusto poderoso y con el punto adecuado. Otro de sus hitos son los vinos, una lista casi desmesurada para un local de playa, con decenas de marcas bien escogidas a las que se suman champanes, cavas y vinos dulces por copas. Y como remate, una desbordante selección de destilados. Entre los postres, bastante rutinarios, tocino de cielo, pastel de chocolate y milhojas de nata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.