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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Efectos de la polinización

La compañía titular de Suecia era un buen ballet, alternaba repertorio con cosas actuales, pero el devastador efecto de polinización no deseada llegó a Estocolmo y el resultado no es alentador. Ahora quiere parecerse a otras compañías de ballet contemporáneo y no lo consigue. La primera obra, Tableau perdu, de Christian Spuck, es mejor olvidarla, darla por perdida, hecha mediocremente sobre una música de Mendelssohn muy coreografiada por otros antes. El vestuario desafortunado y un tablero blanco sobre el que se bailaba aportaron inseguridad a la plantilla.

Menos mal que Mats Ek (y su mujer la zaragozana Ana Laguna como responsable del montaje) entregaron a la misma compañía, que parecía auténticamente otra, Rättika (rábano, en sueco), obra emotiva sobre el Concierto para violín de Brahms, densa, equilibrada. No abunda en el catálogo de Ek el tratamiento sinfónico integral, y de ahí la excepcionalidad, su audacia compositiva donde se usa el violín solista como coach, tanto en la pulsación del acento como en la textura. Ek opone al virtuosismo de la cuerda el canon humano. Quizá a la plantilla le falta interiorización en el estilo, pero se destiló ese aliento de honestidad y arte en día tan significativo, con vibrantes escenas: ese bosque de piernas como las cañas ondulantes de un fiordo y entre ellas un artista perdido en la penumbra (se piensa en Nielsen). El adagio (segundo movimiento) en forma de lied clásico, quizá con su fuerte emotividad contendida sirvió al coreógrafo para desplegar un continuo de gran plasticidad y significado.

Balanchine, el genio georgiano, decía que a veces un vestuario perjudicaba tanto un buen ballet que lo hacía aparecer ajeno. En el caso de Rättika pasa esto, pues la indumentaria tiene su gracia, en otro sitio quizá.

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