_
_
_
_

Hollywood echa al hijo de Gadafi

La congelación de las cuentas del dictador frustra los filmes del vástago

Toni García

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Ondi Timoner es una reputada directora de documentales, ganadora por partida doble del Festival de Sundance y con muchos amigos en Hollywood. A Timoner se le debió quedar cara de tonta cuando hace unas semanas recibió una llamada de Saadi Gadafi. El hijo del dictador contactaba con ella para ofrecerle un trabajo que no podía rechazar: un documental sobre su padre. La realizadora contaría con todas las facilidades y sería tratada a cuerpo de rey. Naturalmente tenía que desplazarse a Libia para operar desde el terreno.

Timoner se lo está pensando (de hecho aún no hay noticias de su respuesta) pero parece que los posibles fondos para el proyecto están ahora en una especie de limbo financiero del que no parece que vayan a salir próximamente. Gadafi hijo, exjugador de fútbol, mecenas artístico (o eso dice él) y hombre de muchas caras, está obsesionado con el mundo del cine y por eso en julio de 2009 se asoció con un productor llamado Matty Beckerman (del que bien poco se sabe) para fundar una compañía con base en California y dedicada a la producción de películas de presupuesto medio.

Su productora tenía un presupuesto de 68 millones de euros

El plan original del vástago era dar luz verde a una veintena de películas cuyo montante no podía superar los 10 millones de euros cada una. Para empezar Saadi Gadafi aportó un capital de 68 millones de euros (100 millones de dólares), y con una pequeña parte del dinero en 2010 lanzaron su primera película, The experiment, un remake del estupendo largometraje alemán El experimento. El título pasó sin pena ni gloria por los cines estadounidenses a pesar de un reparto encabezado por Forest Whitaker y Adrien Brody. En España no se ha estrenado... ni se la espera.

Aun así parece que el libio y su socio no quedaron del todo escarmentados, y que decidieron seguir adelante con su plan original. El problema es que cuando se corrió la voz de quién estaba tras Natural Selection (curioso nombre de la productora del norteafricano) Hollywood se cerró en banda. Nadie quería trabajar con el hijo de un señor que viaja con un séquito de cincuenta vírgenes y tampoco ayudó el hecho de que Saadi Gadafi proclamara abiertamente su antisemitismo y que compartiera con su padre las extravagancias propias de los ricos pasados de vueltas.

La cuestión es que la cosa estaba difícil para los negocios en la tierra de los sueños... hasta que Muamar el Gadafi decidió sacar los tanques para acallar las protestas de sus conciudadanos. A la comunidad internacional tomó cartas en el asunto y una de las primeras decisiones tomadas fue congelar todos los bienes y cuentas del dictador repartidos por medio mundo. Naturalmente los cien millones de dólares del hijo del sátrapa entraron en el lote y de la noche a la mañana éste se encontró sin películas, sin amigos y -lo que es peor para el cine- sin dinero.

El productor Beckerman está buscando un socio nuevo, se supone que más normal. Saadi Gadafi ha sido invitado a volverse por donde vino y parece poco probable que la aventura llegue a ningún puerto más que no sea libio. Eso sí, ni siquiera en Hollywood habían visto 100 millones de dólares desaparecer tan rápido.

Saadi Gadafi, en una fiesta benéfica en Venecia.
Saadi Gadafi, en una fiesta benéfica en Venecia.A. P. (REUTERS)

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_