"Nuestra desaparición pondría en peligro la lucha contra el dopaje"
Los médicos deportivos, entre 800 y 1.000 en toda España, están felices desde que el Ministerio de Sanidad anunció la semana pasada que su especialidad finalmente se mantendrá en la nueva organización de Medicina. Tras unas semanas de sinvivir y de movilización para conseguir que no se hiciera realidad un primer borrador de decreto que los extinguía, Pedro Manonelles, presidente de la Federación de Médicos Deportivos (Femede), expresa su alegría, su agradecimiento, y explica por qué es tan importante para la sociedad su especialidad.
Pregunta. Pelearon y, al final, lograron sobrevivir...
Respuesta. Han tomado en consideración nuestra presión y también la influencia del Consejo Superior de Deportes, muy consciente de que nuestra desaparición como especialistas pondría en peligro la aplicación de su ley de salud, deporte y contra el dopaje, y también la influencia de los colegios médicos, que han hecho ver nuestro papel no solo como especialistas en la prescripción de ejercicio sino para conseguir que todos los residentes en España que realizan actividad física tengan derecho a unos servicios y unos reconocimientos que, si no, quedarían limitados al ámbito privado de los clubes deportivos.
"Sin especialistas, el ejercicio deja de ser un elemento de salud"
"Hay un gran consenso en la necesidad de luchar contra la obesidad"
P. ¿Pero es una especialidad necesaria?
R. Todo el mundo está de acuerdo en que la medicina del deporte es una especialidad con un recorrido enorme en una sociedad como la española. El envejecimiento supone que cada vez se prescribe ejercicio a personas más mayores, y también hay un gran consenso en la necesidad del ejercicio físico para luchar contra la obesidad y contra un gran número de enfermedades derivadas de la obesidad y que hacen que descienda la esperanza de vida en occidente.
P. ¿Y qué razón esgrimía Sanidad para extinguirlos?
R. En el ministerio nos decían que eran las comunidades las que lo habían decidido, y éstas nos devolvían al ministerio... Todos nos entendían, pero nos hacían desaparecer. No creo que la razón fuera por motivos económicos. No pedimos mucho, pero sí ser médicos de referencia en los hospitales, por ejemplo, a la hora de prescribir ejercicio. En el Reino Unido ya llevan unos años haciéndolo. En España, la experiencia que lleva el cardiólogo Josep Brugada en el hospital Clínico de Barcelona, donde funciona una unidad de medicina deportiva, pone de manifiesto la necesidad de nuestra implantación hospitalaria. Y no solo para enfermedades ligadas al corazón, también para el tratamiento del cáncer y enfermedades del envejecimiento.
P. ¿No podría un médico de familia asumir sus funciones?
R. El planteamiento de un generalista no tiene nada que ver con la medicina deportiva. De hecho, en las puertas de los consultorios de los ambulatorios los médicos de familia habían puesto carteles anunciando que no podían asumir los reconocimientos médicos deportivos. Por ejemplo, en el manejo de las lesiones de los deportistas nosotros efectuamos un seguimiento diario, mientras que un traumatólogo o un generalista lo vería cada dos semanas. El sistema nacional no puede asumir así como así a los deportistas de alto nivel, que necesitan tratamientos especializados.
P. ¿Y eso no lo sabían en Sanidad?
R. El Ministerio de Sanidad daba al deporte una consideración anecdótica, secundaria, cuando en realidad es un motor económico y social muy importante. Y los resultados deportivos, orgullo de nuestro país, no se conseguirían sin nosotros, sin nuestro trabajo, pruebas de esfuerzo, controles, planificación... Hacen falta fisiólogos deportivos, especialistas que sepan cómo el ejercicio modifica el organismo. Sin ellos, sin su seguimiento y control, la práctica del deporte deja de ser un elemento de salud.
P. Sin embargo, su especialidad no se oferta en el Sistema Nacional de Salud.
R. Aunque la medicina deportiva no esté introducida en el sistema de salud nacional, sí lo está en el de algunas comunidades autónomas, como Cataluña. Y hay que recordar, además, que la famosa ley contra el dopaje es en realidad una ley de protección de la salud mediante el deporte. Este es un apartado importantísimo de una ley que no se podría desarrollar sin la especialidad. También somos nosotros los encargados de las justificaciones de uso terapéutico y del seguimiento de la salud de los deportistas. Y tampoco la lucha contra el dopaje en sí estaría bien cubierta. Habrá más positivos si desaparece la especialidad de medicina del deporte, pues los médicos generalistas no sabrán si prescriben medicamentos prohibidos o no. Ello nos traerá más descrédito aún a nivel internacional.
P. Justamente, una de las críticas que se hace a los médicos del deporte es que ellos son los que han llevado el dopaje a la alta competición...
R. Los especialistas que andan implicados en dopaje son una decena en España, y los tenemos controlados. No son ellos el problema.
P. ¿Cuántos especialistas en medicina deportiva trabajan en España?
R. En España seremos entre 800 y 1.000 los especialistas en medicina deportiva, y se ofertan en los MIR unas 40-50 plazas al año, que no son muchas, precisamente. Hay cinco escuelas de medicina deportiva. Somos una especialidad muy pequeña, pero sería un error tremendo eliminarla. España iría contra la tendencia de los países de nuestro entorno, donde cada vez cobra mayor importancia. Según la última encuesta del CIS, en nuestro país practican deporte con regularidad 16 millones de personas, lo que quiere decir que nuestro trabajo afecta a un tercio de la población... En cada carrera popular, y se celebran varias al mes en toda España, se apuntan miles de personas a correr. Estamos hablando de un tema de salud pública.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.