Manual
Las fechas festivas en las que nos encontramos marcan una relativa tregua política. Convencidos de la existencia de un cambio en la estrategia del PSOE de respuesta a la ofensiva de la que es objeto por parte del PP, la clave ahora es comprobar cómo va a evolucionar en este difícil contexto Griñán quien, nada más llegar a la Presidencia de la Junta, optó por rehuir el "cuerpo a cuerpo" con Arenas. Además, dio instrucciones a sus consejeros para que no establecieran polémicas con el jefe de la oposición circunscribiendo los enfrentamientos al territorio marcado por las sesiones parlamentarias.
Lo importante era dedicarse a gobernar y la réplica a los contrincantes, en la Cámara, lejos del interés de los ciudadanos, poco dados a estar pendientes de cómo se pelean sus representantes. Pero los hechos han sido tozudos. Los sucesivos escándalos suscitados y, últimamente, las diferencias internas surgidas han puesto de manifiesto que esa bienintencionada y, hasta cierto punto, ingenua hoja de ruta resultaba insuficiente ante un Arenas cada vez más envalentonado, suelto, demasiado suelto para lo que venía siendo costumbre, tanto que el propio líder del PP se mostraba sorprendido y extrañado por el escaso trapío de lo que le ponían por delante.
Pero todo se modificó en la última sesión de control al Gobierno cuando, según explican los socialistas, Arenas cruzó determinadas líneas rojas al hacer referencia a esa división intestina del PSOE a propósito del portazo de Pizarro y, de por medio, apuntar con clara intencionalidad de hacer daño a Chaves. Fue el resorte que hizo saltar a Griñán de su escaño articulando una de las más duras respuestas que se le recuerdan contra el propio Arenas, a quien llegó a tachar de mala persona. "Su testimonio político es el de su maldad y el de su fariseísmo", le espetó acusándole de practicar una verdadera persecución contra Chaves por haberle derrotado sistemáticamente en las urnas de ahí que, a su juicio, Arenas sólo se mueva por el rencor hacia él. Contundente reacción en defensa de Chaves que culminó con el sorpresivo gesto de dar la mano al propio Pizarro, al que se observaba muy satisfecho de la encendida defensa que había hecho del anterior presidente andaluz.
Así pues, el clima en la sede parlamentaria estaba lo suficientemente cargado como para dar por lógicas, incluso, las duras palabritas que se cruzaban unos y otros, fuera de micrófono y con amenazas de rebuscar entre los papeles para sacar nuevos escándalos.
De modo que hay que ir preparándose, ya que la ONG en la que parecía convertida hasta ahora la familia socialista va camino de transformarse en una aguerrida máquina dispuesta, también, a arremeter contra el contrario. Y ahí va una primera andanada que, esta semana, ve la luz en relación al caso Gürtel.
En fin, que hay que ir preparándose porque la que nos espera es de aupa. Y todo porque Arenas se saltó ese manual no escrito que aconseja a los dirigentes políticos no meterse en los líos internos de los demás.
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