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Columna
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Una zona verde sin vida

Carlos Arribas

La demanda de los campos de golf está relacionada con el urbanismo depredador de baja densidad, y no con la demanda social de la práctica de un deporte. Con menos de 25.000 federados (el 6% de la federación española) no se puede decir que el golf sea un deporte de masas en el País Valenciano. La mayoría de los campos están vacíos todo el año excepto en épocas vacacionales. Con casi una treintena de campos de golf en funcionamiento, muchos de los nuevos proyectos de campos (otros 30), como los ya implantados, están relacionados con PAI, y aunque tienen todos los permisos oficiales, sin embargo, están en espera de tiempos mejores debido a la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2007 que los paralizó.

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La crisis paraliza las urbanizaciones con golf

La Ley 9/2006 de 5 de diciembre, de la prolífica factoría Blasco, intentó desvincular los campos de golf de los proyectos urbanísticos, pero aprobada en puertas de la explosión de la burbuja, ha sido virtual, ya que no se aplica a los proyectos presentados antes de su aprobación. La mayoría de los nuevos campos aprobados recientemente vienen de esa época y siguen relacionados con el mal llamado turismo residencial. El campo de golf es la dotación que prestigia y valoriza la urbanización, estableciéndose una gradación en los precios de las viviendas en base a la cercanía al green, igual que en la costa los apartamentos ven aumentar sus precios en primera línea de playa, independientemente de sus prestaciones reales.

El campo de golf se vende como un espacio de gran calidad ambiental, cuando en realidad no pasa de ser una zona verde artificial, con intenso tratamiento fitosanitario y un desierto en cuanto a biodiversidad, ya que fuera de las cespitosas y de algún árbol decorativo la vida está prohibida.

El riego de los campos de golf supone una presión importante sobre los recursos hídricos. Aunque la Ley 9/2006 recomienda el uso de aguas residuales depuradas, es práctica común y legal el uso de agua potable que compite con el uso agrícola, con el beneplácito muchas veces de las comunidades de regantes, hábilmente infiltradas por los promotores urbanísticos.

Carlos Arribas es portavoz de Ecologistas en Acción del País Valencià.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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