Eduard Fernández vuelve al teatro con 'Caín & Caín'
El actor y el bailarín Pep Ramis recrean el personaje bíblico
El actor Eduard Fernández, centrado en los últimos tiempos en su carrera cinematográfica, ha escogido una sorprendente aventura teatral para su regreso al teatro. Mano a mano con el bailarín y coreógrafo Pep Ramis, del grupo Mal Pelo y el centro L'Animal a l'Esquena, han creado, dirigen e interpretan Caín & Caín, espectáculo inclasificable donde los haya que sitúa a ambos sobre el escenario en un trabajo sobre la dualidad con la excusa argumental del personaje bíblico, primer asesino y arquetipo del hermano poco recomendable.
La obra se estrena mañana en el Teatre de Salt (Gironès) y podrá verse en el Lliure de Gràcia del 28 de abril al 8 de mayo. "Llevo tiempo sin hacer teatro, cuatro años desde que hice el Hamlet de Lluís Pasqual, y tenía ganas de volver", explicó ayer Fernández junto a Ramis -y nadie podría imaginar dos tipos más distintos: circunspecto, morigerado, flemático, el segundo; locuaz, gesticulador, distentido, el primero-. "Hace años que nos conocemos con Pep y decidimos hacer algo juntos, con el propósito simplemente de encontrarnos; empezamos sin saber bien adónde íbamos y ha salido esto, que no es teatro en el sentido clásico, ni danza, aunque nos movemos mucho".
Los dos intérpretes son Caín, un Caín desdoblado que vive en el exilio
Caín & Caín es un espectáculo "muy físico", centrado en la química escénica entre ambos intérpretes y en el que ambos confluyen desde sus respectivos campos, fusionándolos en una creación diferente que a veces tiene algo de instalación artística. "Decidimos no tomar ningún texto teatral y nos hemos basado en algunas ideas, escribiendo cosas nosotros mismos o usando aportaciones de los que han colaborado con nosotros en el proyecto, Victòria Szpunberg, Juan Muñoz y Loscorderos.sc", explica Ramis. La historia de Caín y Abel les pareció una buena excusa para poner a dos hombres en relación en escena. Les interesó la versión espuria del mito bíblico en el que Caín mata a Abel por amor, cuando su padre, Adán, le pide que sacrifique lo que más quiera. Finalmente, Abel les pareció poco interesante (al cabo la Biblia lo despacha en pocas frases, y mira que sitio no le falta, a la Biblia) y se concentraron en Caín -"el hombre señalado, expulsado, cargado de culpa por haber hecho aquello que debía hacer, que estaba escrito"-. Así que los dos, Fernández y Ramis, son Caín, un Caín desdoblado, duplicado tras la caída, "que vive en la tierra de los exiliados, e inventa la vida día a día, sus propios rituales, con momentos dramáticos o cómicos". Dos personajes en un desierto sin tiempo... la asociación con Beckett y el teatro del absurdo está servida. "Sí, no es premeditada, pero está ahí, indudablemente", reconoce Fernández.
Los intérpretes se mueven en un terreno "híbrido y permeable" en el que hay, dicen, "mucho texto y mucho cuerpo, un texto muy particular y un cuerpo que no acaba de ser bailado, aunque no paramos de movernos y en un momento se concreta en un bolero".
En el movimiento les ha ayudado el bailarín Andrés Corchero adentrándolos "en su mundo de pureza física".
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