Un caserío desastroso
Los detenidos ayer han sido durante nueve años un nombre en clave. Unas siglas con número en los papeles de Juan Ibón Fernández Iradi, Susper, requisados en 2002. Ahora saben que ese dato encriptado designaba a dos supuestos ganaderos, desordenados y con poca afición a la higiene personal. Fuentes de la investigación han descrito el caserío de Legorreta, en el que José Aitor Esnaola Dorronsoro residía con sus padres como una barahúnda. "Sí, la casa estaba hecha un auténtico desastre", explican las fuentes.
El material explosivo estaba distribuido en varios lugares de la casa. Los 850 kilos de nitrato de amonio y los 100 litros de combustible, posiblemente nitrometano, estaban guardados en un chamizo de la casa. Los investigadores aseguran que esta estancia era un caos lleno de hierbas. Incluso aseguran que la mayor parte del registro lo han pasado sacando desperdicios para poder sacar el fertilizante utilizado en el material explosivo.
Las fuentes añaden que estaba aún peor la habitación de Aitor. En su cuarto guardaba la pentrita (un material que hay que manejar con cuidado) y los detonadores. Sin embargo, en donde vivía su hermano Igor no se ha hallado nada de nada. Una de las claves es saber ahora qué hacía exactamente Igor, ya que la Guardia Civil está convencida de que la clave es Aitor, aunque han detectado también movimientos sospechosos del primero.
De lo que sí están seguros es de que el almacén de explosivos no acaba aquí, que habrá "sorpresas", más material para combinar con el explosivo cóctel agrícola hallado ayer.
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