A la velocidad de Uche
Los desmarques del delantero dotan al Zaragoza de verticalidad y descomponen al Getafe
Cómodo ya en situaciones embarradas, el Zaragoza afila sus botas cuando más lo necesita. Se cierra con fiereza en posiciones retrasadas, no pretende ser lo que no puede y ha definido su estilo, tan sencillo como resolutivo, tan necesitado como agradecido. Se defiende con todo y ataca con tres, con Uche como pieza capital a la que ha cogido el tono físico. Y, de paso, cuando las cosas se complican, tira de pillería y poca deportividad, como lo es la acción de tirar un balón al césped cuando el rival lanza un contragolpe. Suficientes armas para doblegar la escasa resistencia del Getafe, en caída libre porque se le han agotado las ideas, los recursos y el fútbol.
La cosa tiene miga. Iracundo porque le falta lo que le pertenece (950.000 euros), el presidente del Getafe, Ángel Torres, exigió de malas maneras que el Zaragoza no se demorara más en abonar sus deudas y, de paso, que no jugara el delantero Uche, la raíz del problema, el traspaso impagado. La LFP tiró atrás la propuesta y Uche lio la mayor. Fuera de juego durante dos temporadas por su rodilla de Lego -operada en dos ocasiones-, el nigeriano era una ficha desconocida para el Zaragoza. Aparece la velocidad. Ya no solo en la carrera, sino en el toque y en la ejecución. Una guadaña letal para el Getafe, tan blandengue en el ataque como descompuesto en el ejercicio defensivo.
ZARAGOZA 2 - GETAFE 1
Zaragoza: Doblas; Diogo, Da Silva, Lanzaro, Obradovic; Ponzio (Jorge López, m. 70), Gabi; Boutahar (Lafita, m. 86), Ander (N'Daw, m. 75), Bertolo; y Uche. No utilizados: L. Franco, Paredes, Braulio y Sinama.
Getafe: Ustari; Torres, Cata, Marcano, Mané; Boateng, Casquero (Arizmendi, m. 81); Manu, Pedro Ríos (Sardinero, m. 46), Miku (Parejo, m. 70); y Colunga. No utilizados: Codina; Pintos, Mosquera y Víctor.
Goles: 1-0. M. 14. Ponzio conecta un disparo desde 30 metros. 2-0. M. 35. Bertolo empuja un pase de Uche. 2-1. M. 45. Casquero resuelve desde dentro del área.
Árbitro: Estrada Fernández. Mostró la cartulina amarilla a Marcano, Casquero, Doblas, Gabi y Boateng.
La Romareda: 23.000 espectadores.
Ya no es ese que presumía de fútbol atildado y juego sugerente. El Getafe es un equipo descarriado, perdida la confianza y el toque, con problemas serios para elaborar una jugada punzante. Incluso parece despojado de la valentía. Son contadas las ocasiones en que al delantero le acompañan dos jugadores en busca del remate. Solo Manu del Moral, que sale airoso de casi todos sus desbordes, da aire al juego, una vía de escape ante tanto barullo y falta de ingenio. Suyo fue el regate en el borde del área y suyo fue el centro al segundo palo que Colunga remató al bulto. El rechazo, torpes los defensas del Zaragoza, fue al punto de penalti, donde Casquero armó el disparo en un santiamén para batir a Doblas. Una llegada y un gol. Nada más porque el Getafe, estéril, no descubrió la forma de desarbolar la abrigada zaga rival, generosa en los apoyos para provocar el dos contra uno.
Más movida andaba el área opuesta, donde Uche era un torbellino de difícil detención. Pero golpeó primero Ponzio, un francotirador que engatilla cualquier balón que se cruza por su camino. Acertó en el disparo y el cuero, que botó en la zona crítica para el portero, delante de sus narices, besó la red tras sisearle al poste.
La hoja de ruta del Zaragoza, sin embargo, estaba clara. Condicionado porque no tiene pie para mezclar y romper las líneas adversarias con el juego corto, su idea pasaba por hurtar el cuero y lanzar un pase con intención al movimiento de Uche. Para eso está Ander Herrera -ha cuajado en Primera cuando ya tiene las maletas facturadas para Bilbao-, un quarterback estupendo al primer toque. Así que la ecuación era simple: robo, balón a Ander y pase a Uche. La variable era Bertolo, osado como pocos, que tira quiebros a diestro y siniestro. Y a la que se alinearon los tres, destrozaron al Getafe. Como en esa ocasión en la que Ander se la dio a Uche, que se la tocó de tacón a Bertolo y la pelota no entró de chiripa. A la siguiente, sin embargo, funcionó. Uno, dos y tres. Gol de Bertolo. Era el segundo tanto, el definitivo, por más que Casquero probara fortuna con otro chut que repelió Doblas.
Y cuando el peligro se amplió, el Zaragoza, tramposo, tiró el balón al campo para evitar que jugara el rival. Una artimaña fea que no desluce, en cualquier caso, la faena de Uche.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.