"No todo el cine debe ser comprometido, pero sí sensible"

La novena edición del Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián comienza hoy con nuevo director. Josemi Beltrán, en el cargo desde enero pasado, asegura tomar el relevo de José Luis Rebordinos, actual director del Zinemaldia, con "respeto" y "admiración". Con poco más de tres meses de trabajo confía para su primer festival -también es responsable de la Semana de Cine Fantástico y de Terror- ofrecer un cartel de "calidad" y que "no va a dejar indiferente a nadie". El certamen, que se celebrará hasta el 15 abril, proyectará 25 largometrajes y 21 cortos y sumará varias actividades paralelas.

Pregunta. ¿Cómo está viviendo su primer Festival de Cine y Derechos Humanos?

Respuesta. He intentado aportar mi granito de arena en el proceso de selección, una tarea que se realiza desde la unidad de cine de forma coordinada con la Casa de la Paz y los Derechos Humanos. Aportar lo máximo posible para que el festival también sea lo más interesante posible. La verdad es que el trabajo ha sido muy cómodo. El equipo tiene mucha experiencia y unos mecanismos de trabajo muy bien articulados.

"Nuestro objetivo es que todo tipo de público encuentre algo de su gusto"

P. ¿Cómo es ese trabajo?

R. Casi todos los largometrajes y cortometrajes llegan a finales del año anterior y la programación se cierra un mes antes del comienzo del festival. El comité de selección está formado por cuatro personas que participan en un proceso de visionado y de nominación. Una vez hecha la preselección de lo que será la programación final, se debate cómo quedará la misma. La elección final depende de la disponibilidad de las películas y de otras oportunidades. Por ejemplo, siempre viajamos al Festival de Berlín y, si allí vemos algún trabajo interesante y que encaja con nuestro perfil, le pedimos que se inscriba. Al final, buscamos un equilibrio entre lo que tienes, lo que quieres y lo que puedes para intentar hacer la mejor programación posible.

P. ¿Cuántas películas han visto hasta escoger las que conforman la programación?

R. Hemos recibido casi 700 cortos y unos 170 largometrajes, sobre todo documentales. Llegan de cualquier parte del mundo y abordan multitud de temas. En el festival, además, siempre rescatamos alguna película que haya pasado por el Zinemaldia y no se haya estrenado en salas comerciales.

P. ¿Cuál es su sello?

R. Tenemos nuestra etiqueta, que es Derechos Humanos. Es un tipo de festival que está proliferando en todo el mundo y que responde a una concepción del cine como arma de concienciación, de reflexión, de diálogo, un cine atractivo para un público preocupado por lo que sucede a su alrededor. Además, creo que el festival debe ser comprometido y apostar por determinadas causas, pero también garantizar la pluralidad.

P. ¿Debe ser el cine comprometido?

R. Tiene que ser verdadero. La creación cultural siempre tiene que ser lo más auténtica posible. No entiendo por cine comprometido aquel que lo es por oportunismo, moda o pose. Las películas superficiales también tienen su sentido en el cine. Simplemente, es otra forma de concebirlo, y a cada tipo hay que aplicarle unos parametros. No todo el cine debe ser comprometido, pero sí al menos sensible, tener una actitud ética.

P. ¿Qué recomendaría de la programación del festival?

R. Nuestro gran cometido es que todo tipo de público encuentre un título de su gusto. Siempre recomiendo que la gente se informé, curiosee. Las películas van a abordar muchos temas: el conflicto Israel-Palestina, la telebasura, la crisis... Son todos trabajos de mucha calidad y garantizamos que no van a dejar indiferente a nadie.