Trichet sube los tipos y se da un respiro antes de reanudar la escalada
El BCE eleva el precio del dinero por primera vez en casi tres años, hasta el 1,25% - La medida combate la presión inflacionista pero perjudica a los países periféricos
Las necesidades de los fabricantes de coches en Múnich, preocupados por las subidas salariales, son difícilmente compatibles con las cuitas de los trabajadores irlandeses o españoles que hace cinco años, en plena burbuja, se compraron un piso con una hipoteca a interés variable. El Banco Central Europeo (BCE), encargado de manejar ese desafío en un campo de operaciones que abarca 17 países, no traicionó ayer su historia -ni las expectativas levantadas hace un mes- y anunció la primera subida de los tipos de interés en casi tres años. Su presidente, Jean-Claude Trichet, dejó el precio del dinero en el esperado 1,25% por las amenazas inflacionistas, en una medida que complica aún más la frágil recuperación de la periferia de Europa. Y que a la postre beneficia a los citados fabricantes de automóviles frente a los hipotecados, que deberán pagar más por sus créditos.
El mercado apunta a dos nuevas alzas hasta llegar al 1,75% a final de año
En su tradición más alemana, el BCE se anticipó a los otros grandes bancos centrales del mundo al encarecer el precio del dinero, pese a que menos de 24 horas antes Portugal se había visto obligado a convertirse en el tercer país que solicita un rescate a sus socios en la UE. Y a pesar de que Europa es una de las áreas económicas que más lentamente está saliendo de la recesión.
Buena parte de los analistas juzgaron el anuncio prematuro e innecesario: la inflación (del 2,6% en marzo en la eurozona) repunta solo como resultado del encarecimiento de las materias primas, particularmente del petróleo, y buena parte de la industria europea opera aún por debajo de su capacidad, por lo que las presiones salariales no son generalizadas. El movimiento perjudica especialmente a Grecia, Irlanda y Portugal, con problemas para volver al mercado a refinanciar su deuda a tipos asumibles, y en menor medida a España, inmersa en una reforma financiera y con un fuerte volumen de endeudamiento -sobre todo privado- que se encarecerá con el alza de tipos.
No todo son malas noticias. Trichet puso el semáforo en ámbar en la reunión de marzo y nadie dudaba de la subida, que inaugura una nueva etapa en la política monetaria y deja atrás el mínimo histórico del 1%. Ahí no sorprendió. Pero lo que hacía particularmente interesante la reunión del BCE era el lenguaje de la rueda de prensa, que suele poner sobre aviso a los mercados sobre futuros movimientos. Y ahí Trichet hizo un ejercicio de equilibrismo: el banco central "ha decidido que esta no va a ser la primera de una serie de subidas de tipos", dijo en al menos tres ocasiones. Traducción libre: Trichet ha conseguido dominar a los halcones (el ala más antiinflacionista) y se tomará un respiro en mayo. Pero ese paréntesis será solo temporal: el mercado apunta a dos nuevas subidas para cerrar 2011 con los tipos en el 1,75%.
El guiño del BCE se basa en revelar que se decanta por "una larga salida" de las medidas extraordinarias, tanto en tipos de interés como en la barra libre de liquidez para la banca, según dijo Julian Callow, de Barclays. Santiago Carbó, asesor del banco central de EE UU, calificó el repunte como "un aviso a navegantes para que los países sigan haciendo sus deberes, pero una mala noticia si al final viene seguido de posteriores alzas porque ni la recuperación es sólida en muchos países ni la banca está fuerte".
Trichet dejará la presidencia en otoño: esa es la razón por la que muchos analistas ven un componente político (complaciente con Alemania ante su sucesión) en la medida. Pero a los mercados les preocupan poco esas cosas y ayer apenas reaccionaron. Tras una sacudida inicial, el euro cedió levemente, más por el rescate a Portugal que por la decisión del BCE. Las Bolsas registraron suaves descensos en las principales plazas (con la excepción del Ibex español, que subió el 0,04%), pero pesaron más razones como el nuevo terremoto de Japón.
El precio del dinero es una variable fundamental: un aumento permite enfriar una economía recalentada al dificultar el crédito; las rebajas dan aire a la actividad cuando las cosas se ponen feas, al abaratar los préstamos. En Europa, el problema es que la presión inflacionista se está viendo en el centro del continente (la industria química alemana ha pactado esta semana subidas salariales superiores al 4%), mientras que en la periferia la tónica es el estancamiento, con países sobreendeudados y crisis fiscales. "El alza de tipos es comprensible por el lado de la inflación; por desgracia, puede dificultar aún más la recuperación en países con una gran necesidad de refinanciación", resumió Alfredo Pastor, del IESE. La vicepresidenta Elena Salgado aseguró que la medida no tendrá un impacto inmediato en la economía española. Pero si la presión no cede se pueden complicar las cosas: Morgan Stanley estima que el castigo sobre el PIB será del 0,25% si los tipos llegan al 2%.
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