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ESTA SEMANA
Columna
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Barones

A vueltas con el puente y el río. Griñán empleó este recurso, de nuevo, a la hora de hablar en el comité federal del PSOE sobre el debate sucesorio tras la renuncia de Zapatero a ser candidato. El presidente andaluz no quiere que se abra un periodo de incertidumbre antes de los comicios municipales del 22 de mayo de ahí que insistiera en reclamar que "nadie cruce el puente antes de llegar a ese río".

Y cuando todas las miradas se dirigen hacia la decisión que pueda adoptar la federación socialista más poderosa como es la andaluza, conviene recordar que el elegido para aspirar a la Moncloa en 2012 ha de compartir tique electoral con el mismo Griñán para las andaluzas, coincidan o no ambas consultas. Cabe recordar que ya el presidente fijó el 4 de marzo del año que viene para las autonómicas. Es evidente, lo mucho que se juegan los socialistas andaluces en este trance hasta el punto de que huyan al máximo de los experimentos.

La apuesta más segura pasa por Rubalcaba y así se ha hecho saber en los ámbitos correspondientes aunque oficialmente no ha habido pronunciamiento alguno. De todas formas, ha llamado la atención determinados intentos en estos días para arrogarse el respaldo de los andaluces a favor de sus intereses, tal y como ha podido suceder con Carmen Chacón, la opción del PSC.

Para evitar suspicacias, bien estuvo la decisión del PSOE andaluz de descartar la presencia de la ministra de Defensa en sendos actos políticos la semana pasada en Málaga y Granada, a las puertas de la celebración de la cita federal en la que Zapatero iba a desvelar su decisión. Igual de atentos deben estar a un futuro inmediato aunque el papel desempeñado en este proceso previo por parte de Griñán apunta por dónde irá la contribución andaluza en esta fase tan delicada.

Se trata de avanzar en un rol marcado por la centralidad, el sentido común y la estabilidad tanto del Gobierno como del partido para lo que queda de legislatura. Una apelación, en fin, basada en la responsabilidad lejos de aventuras personales y que podría haberse perfilado con anterioridad en el pasado encuentro que mantuvieron el 14 de marzo Griñan y Zapatero en Moncloa. Entonces se pudo configurar una hoja de ruta con las suficientes garantías andaluzas para aportar la tranquilidad adecuada a una discusión interna trascendental.

Desde luego, lo que ha quedado claro es que aquí no se ha alcanzado el patetismo con el que se han movido otros barones que han rozado el histerismo a la hora de exigir que Zapatero renunciara cuanto antes. La desesperación que mostraban tiene mucho que ver con el reto al que tienen que hacer frente al concurrir a unas autonómicas en plena crisis, pero, por supuesto, ese nerviosismo casa muy poco con las aspiraciones de alguno de ellos de llegar a ser el máximo dirigente del PSOE.

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