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Reportaje:FIN DE SEMANA

Una lonja espacial

Cuatro razones para acercarse a Lleida y descubrir sus hortalizas y su nueva arquitectura

Anatxu Zabalbeascoa

Lleida ha hecho carambola con su monumento más reciente. La Llotja, el último reclamo arquitectónico de la ciudad, es también, y sobre todo, una gran plaza pública.

01 Sostenible

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Un laberinto bajo tierra

La Llotja (www.lallotjadelleida.cat) encierra un teatro, un palacio de congresos, un recinto expositivo, un lugar cubierto para los mercadillos tradicionales y un restaurante con vistas al río Segre. Por fuera, el edificio recoge su planta baja para convertirse en soportal y proteger a los ciudadanos del tórrido sol de verano y de la molesta lluvia otoñal. Las escaleras de esa nueva plaza funcionan, además, como gradas para representaciones estivales. Y el propio inmueble, al llegar la noche, se convierte en una inmensa lámpara capaz de iluminar el nuevo espacio público de una ciudad que quiere disfrutar de la vida a pie de calle. Con todo, la Llotja, obra del estudio holandés Mecanoo, es, fundamentalmente, un monumento a la sostenibilidad. Con una cubierta ajardinada salpicada de células fotovoltaicas, es capaz de generar la electricidad y el agua caliente que consume. El agua del río Segre le sirve para refrigerar el edificio. Y la piedra que lo envuelve lo asimila a los edificios de ladrillo que dibujan la ampliación de la ciudad. Todo eso es vanguardia con los pies en el suelo. Y es que toda la provincia ilerdense vive de valorar el suelo como si este fuera su cielo.

02 La huerta

Así, el cercano parque de la Mitjana revela ese amor al suelo y al cielo en el límite de la ciudad, en el cinturón verde de huerta que la rodea. Se trata de una zona fluvial protegida donde se pierde de vista lo urbano para pasear por un bosque frondoso de sauces, álamos, alisos y chopos. Los amantes de la ornitología se toparán con ánades y garzas reales, gavilanes y hasta alguna águila pescadora. Y los niños podrán coger caracoles.

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03 Una de caracoles

Si no se ha atrevido nunca a probar los caracoles, La Dolceta es el lugar para hacerlo y no olvidarlos. Con aceite de oliva de la denominación local -Les Garrigues-, sal y pimienta (a la llauna), o con cebolla, guindilla, jamón y harina (a la gormanda), descubrirán un plato de fusión sin fusión. Verduras de la huerta, alcachofas y calçots. Rodeado de frutales y en el Camí de Montcada, 42 (973 23 13 64), el restaurante es el sitio para meterse la huerta en la boca.

04 A vista de pájaro

Desde enero de 2010, a Lleida se puede llegar volando. Y no solo en el AVE. Solo por contemplar el nuevo aeropuerto merecería la pena coger un avión. Fermín Vázquez y su estudio B720 han impreso a su edificio la huella del paisaje de ocres y verdes. Y han conseguido un aeropuerto con raíces en ese paisaje que, a vista de pájaro, recuerda un campo de cultivo.

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