Por un puñado de votos
Hay políticos que no están dispuestos a permitir que un puñado de votos otorgue la victoria al adversario. Así que, dado que en las elecciones municipales los partidos se juegan el ser o no ser a veces por unas cuantas papeletas, algunos se empeñan en ganar votos aun cuando hayan sido incapaces de ganarse la voluntad de los votantes. En las municipales de 1991, algunos hallaron la mejor manera de hacer trampas utilizando el voto por correo. Y así fue como cientos de votantes llegaron a las urnas y se les denegaba el derecho al sufragio porque ya se había recibido su papeleta por correo. El PP, que había tramitado 80.000 papeletas, fue el sospechoso principal de aquella trampa que quedó impune por una laguna legal.
Subsanado el fallo de la ley, el mejor truco de hoy para el pucherazo parece ser el de inflar el censo durante las semanas previas a la cita electoral. Hace unos días, un vecino de Xinzo de Limia (Ourense) encontró entre su correo cinco tarjetas censales de cinco ciudadanos que, según comprobó con estupor, vivían en su misma casa.
Xinzo de Limia tiene 10.300 habitantes y, según el BNG, que ha llevado el caso a la fiscalía, el censo ha engordado en pocos días en 122 personas; un número suficiente para inclinar la balanza en favor del PP, pues tanto el alcalde como los titulares de esas tarjetas censales fraudulentas son de ese partido.
Pero es más que probable que no sea el PP el único partido en caer en la tentación del truco de los censos fantasma. El INE ha detectado un aumento sospechoso del censo en estas fechas previas a la próxima cita electoral en 395 municipios y casi la mitad de los expedientes tramitados son de la despoblada Castilla y León. En Galicia, el fraude no es masivo, pero sí burdo y numeroso en la Ourense del cacique José Luis Baltar y su hijo José Manuel, ambos del PP.
El alcalde de Xinzo ha alegado que cada cual se empadrona (incluso para votar) donde quiere y de vez en cuando los Baltar, que han creado una sólida red clientelar en la provincia, le recuerdan a la cúpula de su partido el gran caudal de votos populares de sus dominios. Y ya se sabe que frente a un suculento puñado de votos, y más en periodo electoral, no hay para los partidos argumento mejor.
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