Dinero más caro
El BCE no renuncia a subir los tipos pese a que algunos países del euro siguen sin recuperarse
Mientras el Banco Central Europeo (BCE) mantiene su propósito de elevar los tipos de interés en abril y cambiar así la tendencia de la política monetaria europea, orientada en los últimos dos años a favorecer la recuperación, algunas instituciones económicas internacionales, caso de la OCDE, se muestran críticas con un endurecimiento de la política monetaria en esta fase temprana de la salida de la crisis, con el agravante además de las consecuencias económicas del tsunami que asoló las costas de Japón y causó el desastre nuclear de Fukushima. El debate está abierto, aunque es improbable que el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, renuncie a subir los tipos. Incluso se supone que en lugar del 0,25% se atreverá a imponer una elevación del 0,50%.
La tesis del Banco Central Europeo es que se están gestando peligrosas tensiones inflacionistas que deben ser cortadas de raíz. Estas tensiones se manifiestan en la subida sostenida de los precios de las materias primas y la posibilidad al acecho de que los precios del petróleo y del gas se eleven como respuesta a la mayor demanda de Japón, cuya producción eléctrica nuclear está afectada. El BCE declara que "las consecuencias económicas y financieras se han normalizado" y que la recuperación está en camino. Los defensores del endurecimiento monetario arguyen que se trata de no actuar tarde y que el mero anuncio de la subida contribuye a frenar las tensiones alcistas de los precios.
La vicepresidenta Salgado se ha sumado a quienes opinan que una revisión al alza controlada de los tipos no tendrá consecuencias desagradables para el crecimiento económico. Es posible, pero retrasará la recuperación inmobiliaria. El problema de las explicaciones del BCE es que no todos los países del euro están en la misma fase de restablecimiento. Alemania y Francia crecen a un ritmo sostenido, pero ese no es el caso de España, por ejemplo, ni de otros países de la eurozona. La estabilidad económica y financiera se ha restablecido para unos países más que para otros; el incipiente repunte de la economía española no puede prescindir del crédito "barato y masivo" al que parece renunciar Jürgen Stark, el economista jefe del BCE. Las empresas españolas agradecerían un flujo normal de préstamos, aunque no fuera masivo. Los cálculos de la OCDE descartan una amenaza inflacionista mientras el crudo no se instale en los 115 dólares por barril.
Puestas así las cosas, sería deseable que Trichet explicara las condiciones de la nueva senda de la política monetaria. No es lo mismo planear una subida de tipos en abril y descartar cualquier otra modificación hasta finales de 2011 (en función de la evolución de esas expectativas de inflación) que iniciar un paso sostenido de encarecimiento del dinero, que equivaldría a dar por finalizada la etapa de bajo crecimiento para todos. Sería un error tan grave como acudir tarde a apagar las expectativas inflacionistas.
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