El Kaiser pisa el freno
Schumacher, de 42 años, intenta rebajar la euforia ante el buen rendimiento de Mercedes
El último resultado. Ese es el parámetro más valioso en la fórmula 1, una disciplina de lo más olvidadiza y que incluso es capaz de poner en duda las aptitudes de Michael Schumacher, el piloto más laureado de la historia, que hace un año decidió volver a enfundarse el mono porque encontró que su vida tiene muchísimo más sentido cuando circula a más de 300 kilómetros por hora. Los regresos nunca son fáciles. Menos aún, cuando uno ha pasado la mayor parte de su carrera en Ferrari, la escudería más laureada, y de la noche a la mañana ficha por Mercedes, un equipo que en los últimos tres años ha tenido otros tantos propietarios: Honda, Ross Brawn y la propia marca alemana.
A sus 41 años y después de un paréntesis de tres, todos esos factores influyeron en el rendimiento de Schumacher, que, tras haber ganado siete títulos mundiales, vio cómo los palos le llovían desde todos los lados. Sus números, eso sí, fueron pírricos: terminó el curso el noveno, sin haberse subido al podio y con la mitad de puntos que su vecino de taller, Nico Rosberg, que le superó en 14 de los 19 grandes premios.
"Nuestro objetivo es pelear por el podio. Aún no aspiramos al título", dice el alemán
Al revés que en 2010, ha participado en el desarrollo del coche desde el principio
"Este año no me he visto bien, aunque puedo sobrevivir con la crítica. Lo único que hay que hacer es analizarla, escoger la que te sirve y tirar adelante. Volver ha sido un reto, pero es evidente que no hemos cumplido en lo que a los resultados se refiere. De todas formas, no soy de esos que se rinden cuando las cosas no van bien. Creo que lo he demostrado a lo largo de mucho tiempo", reconoció Schumacher, a finales de 2010, en un mensaje que mezclaba un gran espíritu autocrítico con una reivindicación de tipo personal.
Desde aquella declaración han pasado menos de tres meses, pero el panorama ha cambiado por completo. Tanto para las aspiraciones de Schumacher como para las de Mercedes, que parece haber demostrado la cintura y el poder que esconde la marca de Stuttgart.
Días antes de instalarse en el circuito de Montmeló para afrontar la última tanda de ensayos de la pretemporada, Ross Brawn, el jefe, no las tenía todas consigo: "Estamos un segundo por detrás de donde nos gustaría estar. Tenemos que encontrar la forma de ganarlo como sea". Pero la incertidumbre se convirtió en euforia cuando Mercedes incorporó en el W02 la última mejora aerodinámica y Schumacher reventó el cronómetro en la pista barcelonesa.
En estas últimas dos semanas, tanto la marca de la estrella como su buque insignia se han hartado de repetir que el bólido ha dado un significativo paso adelante. Hasta que El Kaiser pisó ayer el freno, nada más llegar a Melbourne, para tratar de rebajar un poco las expectativas que se han generado a su alrededor.
"Después de las últimas pruebas, estoy ansioso por salir a rodar. Creo que Mercedes ha dado un salto de calidad muy importante con el nuevo coche. Ahora nos toca a nosotros
demostrarlo durante este fin de semana", advirtió Schumacher de entrada. "Aunque tampoco debemos exagerar las cosas. Conviene ser realistas. Red Bull sigue siendo la referencia. Nuestro objetivo pasa por pelear para subir al podio, por detrás de ellos, e intentar ganar alguna carrera si las cosas nos van muy bien. ¿Nos coloca eso en condiciones de aspirar al título mundial? No. En eso tenemos que ser cautos", remarcó el de Kerpen. "Todavía no estamos preparados para ello. Si la oportunidad se nos presenta, iremos a por él, eso que no lo dude nadie, pero hay que ir paso a paso", puntualizó.
Otra de las claves que permiten entender la mejora en el rendimiento de Schumacher radica en que este año sí que ha tomado partido en el nacimiento del monoplaza mientras que el pasado apenas le pudo meter mano. "No importa qué papel he jugado en el desarrollo de este coche, pero, en cualquier caso, permite que lo lleves al límite porque es fuerte. El de 2010 era todo lo contrario", concluyó el alemán, que, a su llegada a Mercedes, firmó un contrato de tres años de duración que expira a finales de 2012. En función del bólido que le ofrezca el constructor germano, puede haber Kaiser para rato.
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