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Columna
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La inflación, una nueva piedra en el camino

Los tiempos económico-financieros continúan revueltos y las perspectivas siguen confusas, aunque se están dando pasos importantes que deberían tender a despejarlas en un horizonte más o menos próximo. Esta semana se ha dado el pistoletazo de salida para la carrera que debería acabar en un reforzamiento notable de la solvencia del sistema bancario y de su capacidad de maniobra para ir absorbiendo las pérdidas que le siga ocasionando en los próximos años la crisis del ladrillo. La anterior conocimos los datos del cumplimiento de los objetivos fiscales. Todo ello debería aclarar el panorama, pero, aunque eso sea objetivamente así, los agentes económicos siguen desconfiando del futuro.

Los agentes económicos siguen desconfiando en el futuro, como demuestra la rebaja de Moody's
Los costes laborales ofrecen una gran moderación, con el casi estancamiento del coste por hora trabajada

El ejemplo es la rebaja el jueves último de la calificación de la deuda del Estado por parte de la agencia Moody's, que puede parecer un contrasentido justo cuando se ha cumplido lo prometido y no ha cambiado significativamente a peor el contexto general de la economía española a corto o medio plazo. También arroja confusión la estimación de esta misma agencia de unas necesidades de capital de las entidades bancarias de entre 40.000 y 50.000 millones de euros, justo el mismo día que el Banco de España ha estimado (y exigido) una cantidad máxima de 15.152 millones. La diferencia proviene de que estos cálculos se refieren a conceptos y momentos diferentes: el Banco de España parte de la situación de los balances a 31 de diciembre del pasado año y en función de ello ha estimado las necesidades de capital adicional que las entidades necesitan para cumplir con los nuevos requerimientos (más altos que antes) de solvencia, mientras que Moody's hace unas previsiones a diciembre de 2012 en función de hipótesis sobre la evolución de la economía, de los activos y riesgos de las entidades y de las posibles pérdidas que les obliguen a elevar sus ratios de capital.

Con lo que debemos quedarnos es que esta primera recapitalización de las entidades y las vías abiertas en el Real Decreto Ley del 18 de febrero para el reforzamiento del sistema financiero son medidas suficientemente potentes para encauzar el problema. Bien entendido que la completa solución del mismo llevará su tiempo, pues las entidades se enfrentan a pérdidas ocasionadas por una crisis inmobiliaria, de maduración lenta, y no a una crisis de activos financieros, de desarrollo y posibles soluciones más o menos rápidas, como han tenido que enfrentar la mayoría de los países de nuestro entorno. En este ambiente de confusión, indicador tras indicador vamos conociendo el comportamiento de la economía real española. Los publicados esta semana no nos traen buenas noticias en general. El IPC nos muestra una inflación al alza, y el índice de comercio al por menor, un consumo deprimido. Ambos resultados están, obviamente, relacionados.

La inflación aumentó en febrero otras tres décimas porcentuales, hasta el 3,6%, una más de lo previsto. La mitad de este aumento corresponde, una vez más, a los productos energéticos, que siguen la senda ascendente del precio del petróleo. Una cuarta parte cabe atribuirla a los alimentos, que acusan también la escalada en los mercados internacionales de los precios de las materias primas agrícolas. La otra cuarta parte de la culpa corresponde a los servicios, especialmente al turismo y hostelería. La escalada de la inflación sigue teniendo, pues, los mismos orígenes desde mediados del pasado año: primero fueron los impuestos, y luego, la subida de los precios de las materias primas. No hay tensiones que provengan de las condiciones de oferta y demanda de la economía española. Los costes laborales muestran una notable moderación, como demuestra el práctico estancamiento del coste por hora trabajada, según el índice de costes laborales armonizado conocido esta semana, y la demanda de consumo sigue muy débil.

Tras los datos de febrero, las previsiones de inflación se han revisado al alza

[gráfico inferior izquierdo]. Las realizadas en enero, a partir de los datos de diciembre, daban un crecimiento medio anual para este año del 2,7%, y las actuales, un 3,2%. Sigue manteniéndose un perfil a la baja a lo largo del año, que podría cerrar con un 2,3% en diciembre, siempre y cuando el precio del petróleo se estabilice a los niveles actuales.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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