La deuda portuguesa marca máximos por las dudas ante la cumbre europea
Moody's rebaja la solvencia de Grecia y renueva la tensión en los mercados - La Comisión Europea pide a Alemania menos dureza con el fondo de rescate
Un descarrilamiento a cámara lenta. Una especie de artritis. Algo así como no avisar a la población de que se avecina un huracán. Los economistas se empeñan en buscar la metáfora adecuada para explicar qué ocurre con la crisis fiscal europea cuando van ya casi 14 meses desde que Grecia apuntara los primeros síntomas realmente preocupantes. 14 meses después, los economistas siguen a tientas con el lenguaje y la crisis vuelve por donde solía: la agencia Moody's rebajó ayer la nota de solvencia de Grecia varios escalones de golpe y renovó así la tensión en los mercados, que en realidad nunca -nunca- ha desaparecido. Como consecuencia, los intereses que paga Portugal por su deuda marcaron un nuevo máximo. Grecia vuelve así a apuntar a alguna forma de reestructuración de su deuda, al igual que Irlanda, y Portugal hace todo lo posible por evitar el rescate por parte de la UE y el FMI.
España, junto a Bélgica e Italia, sigue resguardada del foco de contagio
El bono portugués a 10 años lleva un mes pagando más del 7% de interés
Los hechos contaban ayer esa historia sobre la calificación de Grecia y los altos costes de la deuda portuguesa a 10 años: el 7,5%, un mes por encima del listón que los analistas consideran casi fatídico, el 7%. El bono portugués a cinco años cotiza también a niveles récord, en el 7,4%, prácticamente el mismo tipo que paga el Tesoro luso a 10 años. Aun así, Portugal se resiste a solicitar ayuda a la vista de los datos de los países rescatados: a pesar del supuesto auxilio (en realidad, las ayudas son créditos a tipos de interés elevados), Grecia paga más del 12% por sus bonos, e Irlanda más del 9%. Ambos son también niveles máximos.
La presión de los mercados obedece también a explicaciones menos factuales. La crisis del euro se calmó a finales de 2010, cuando parecía claro un acuerdo en el seno de la UE para flexibilizar y ampliar el fondo de rescate. Sin embargo, desde entonces las expectativas se han ido rebajando: apenas se esperan avances.
Las alarmas empiezan a activarse. A apenas tres días del inicio de la cumbre, la Comisión Europea lanzó ayer un aviso claro: el comisario Olli Rehn se puso de lado de Irlanda y Grecia para reclamar a Alemania menos dureza en los rescates. "Hay riesgos de que carguemos a esos dos países con condiciones demasiado estrictas", dijo Rehn al diario Handelsblatt. La canciller Angela Merkel, en parte por las presiones de su electorado y en parte por la tradicional ortodoxia germana, se niega en redondo a ceder. Pero tanto Grecia como Irlanda denuncian que los tipos de interés que pagan -entre el 5% y el 6%- son demasiado elevados como para salir del túnel a pesar de los esfuerzos.
El BCE está a punto de subir los tipos oficiales y los expertos consideran que el mecanismo de rescate apenas se suavizará. Ambas medidas han contribuido a renovar las presiones de los mercados, agazapados desde hace semanas para sacar partido del recalentamiento en otros mercados, como el petrolero. La paradoja es que la crisis aún no es desesperada, "y la UE solo actúa cuando atisba tan cerca el abismo que el suelo se tambalea bajo sus pies", explicó ayer Daniel Gros, del laboratorio de ideas CEPS, de Bruselas.
- Grecia. Moody's rebajó ayer la nota de Grecia tres escalones de golpe, y con perspectiva negativa. La nueva calificación supone que la deuda griega "carece de las características de una inversión deseable". Ante los problemas tanto en la recaudación fiscal como en el ahorro de costes previsto en el plan de austeridad, Moody's no descarta que Atenas se vea incluso obligada a reestructurar su deuda, lo que supondría una réplica del terremoto fiscal en Europa. Atenas calificó la rebaja de "completamente injustificada: la dimensión del recorte y el momento son incomprensibles".
- Irlanda. El nuevo Ejecutivo irlandés ha acordado retrasar un año el plan de ajuste. E Irlanda presiona, al igual que Grecia, para que los créditos del rescate lleguen a tipos inferiores a los pactados. Durante la reciente campaña, el partido que ganó las elecciones no dudó en amenazar con una reestructuración de la deuda bancaria, "aunque ese extremo es poco probable en este momento: sería el detonante de una debacle en los mercados", opina José Luis Alzola, del Observatory Group.
- Portugal. "Ni Grecia, ni Irlanda, ni la anunciada subida de tipos ni prácticamente nada favorece a Portugal, a pesar de que su Gobierno ha hecho los deberes y ha buscado todos los apoyos políticos posibles para evitar tener que pedir ayuda", explica Alzola. "La inflexible posición alemana tampoco ayuda", abunda José Carlos Díez, de Intermoney. Lisboa se enfrenta mañana a una nueva prueba de fuego en los mercados, con una subasta de deuda a tres años. "Es probable que Portugal tenga que pedir un rescate, aunque es comprensible que se resista, porque en el caso de Grecia e Irlanda no ha funcionado", cierra Santiago Fernández de Lis, de AFI.
- España, Italia y Bélgica. España consiguió distanciarse de los países más atacados a finales de año, y se ha unido al pelotón que forman Italia y Bélgica. "España está mejor y hay razones para un mayor optimismo respecto de otros países periféricos", decía ayer un informe de Morgan Stanley. Y, sin embargo, "la crisis se parece demasiado a un descarrilamiento a cámara lenta como para no preocuparse. Europa ya ha demostrado que solo actuará en caso de extrema necesidad: ante esa inacción, la única pregunta es por dónde va a volver a explotar la crisis", vaticina Daniel Gros a la espera de la cumbre del jueves.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.