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Un compromiso con La Mina

El campeón olímpico Gervasio Deferr abre un gimnasio para promover el deporte entre niños y adolescentes del barrio

Gervasio Deferr tenía 11 años cuando conoció a Juan Carlos Ramos, entonces ya campeón de lucha grecorromana. El gimnasta acababa de entrar en el CAR de Sant Cugat al igual que Víctor Cano. Eran los benjamines del Centro de Alto Rendimiento y Ramos les protegía, les aconsejaba y les abría camino en medio de tantas caras ilustres del deporte español. "Fuimos progresando juntos", comenta ahora un Deferr que ha dado por concluida su carrera a los 30 años con los oros en salto de potro de los JJ OO de Sidney 2000 y Atenas 2004, la plata en suelo en los Juegos de Pekín 2008 y seis medallas mundialistas y europeas.

Fue entonces cuando Ramos les llevó de la mano hasta el barrio de La Mina y les mostró toda la tragedia que vivían allí algunos niños prácticamente desamparados. Él inició ya su escuela de grecorromana en el centro de aquella zona tan marginada de la ciudad y tanto Deferr como Cano atendieron sus llamadas cuando les pedía su colaboración. De ahí surgió el compromiso de que al final de sus carreras intentarían organizar también un club de gimnasia para ayudar en la integración social de aquellos niños y para mejorar las condiciones de un barrio que consideran "marginado, no marginal". Hace cuatro meses, la idea se convirtió en realidad. "Ramos es ahora el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Sant Adrià y su apoyo ha sido fundamental para que pudiéramos abrir el club de gimnasia, justo debajo del pabellón en que él tiene su escuela de grecorromana". El Club de Gimnasia La Mina-Gervasio Deferr está ubicado en el corazón de La Mina, cerca de la Asociación de Gitanos de aquel barrio, y fue posible gracias a la colaboración del Consejo Catalán del Deporte y del Consistorio de Sant Adrià.

Unos 50 jóvenes ya entrenan en el club del campeón olímpico

"El Consejo del Deporte nos dio una subvención que nos permitió equipar el local con los aparatos necesarios, y el Ayuntamiento de Sant Adrià nos cedió la sala gratuitamente", comenta Deferr.

La presencia del mejor gimnasta español de la historia ha tenido una incidencia notable en el buen funcionamiento del proyecto. "Algunos padres llamaban a Cano y le decían: '¿Seguro que está Deferr?'. Entonces, él me pasaba el teléfono y ellos se quedaban sorprendidos de poder hablar conmigo". Se apuntaban. Y ahora el club cuenta ya con 50 alumnos que pagan las cuotas más baratas del mercado barcelonés: de 30 a 50 euros los grupos de competición.

"La idea no es ganar dinero", agrega Deferr, que actúa de vicepresidente y cuenta en la directiva con Saúl Cofiño, Carlos Sorolla, Pablo Ibáñez, Andrea Fuentes -compañera de Gemma Mengual en natación sincronizada- y Sonia Cano, como secretaria, y ha contratado a Susana García como entrenadora. Una directiva que atesora 5 medallas olímpicas, 8 diplomas y más de 10 medallas mundialistas. "Ninguno de los directivos cobramos ni un céntimo. Si lo que yo podría percibir sirve para pagar unas camisetas para los alumnos, ya me doy por satisfecho".

Lo que les mueve es conseguir que algunos niños que pasaban el día en la calle después de la escuela puedan ahora introducirse en un mundo nuevo y desconocido para ellos que les permita aprender los valores del deporte: disciplina, respeto, superación. "Muchas veces escuchan más al entrenador que al profesor o incluso a los padres", comenta Cano. "Al final, acabarán haciendo lo que quieran, pero si les das la opción de adquirir esos valores, tal vez consigas cambiar su destino".

La convivencia de Deferr con La Mina viene de muy lejos y, por ello, su perspectiva del barrio se aleja de la más habitual, relacionada siempre con las drogas y la delincuencia. "Mis padres tenían amigos en el barrio y desde los 10 años me movía por la Via Trajana y la Verneda", recuerda el gimnasta. "Siempre he tenido amigos allí. Para mí es un lugar querido en el que me siento seguro. Nunca he tenido problemas. Incluso hice el pregón de las fiestas". La gente del barrio le reconoce y le anima a seguir. "Lo más importante es que los niños quieren volver. Y los padres ven lo que hacemos y hacen un esfuerzo para pagar las cuotas. Se involucran. Y me dicen: 'Es inimaginable que mi hijo haga esto'. Algunos viven situaciones difíciles en casa, pero ven una salida en la gimnasia y se transforman. Cuando llegan dan un abrazo y un beso a los entrenadores, algo poco habitual en ellos".

Tras una inversión de unos 100.000 euros, el club cuenta con todo el equipamiento necesario para ofrecer una enseñanza de calidad. "Tenemos capacidad para acoger hasta 80 niños, si fichamos a otro entrenador", explica Cano. "Sin embargo, no es algo que nos preocupe. Lo fundamental es poder atenderles bien, ayudarles tanto a nivel deportivo como humano. Y si alguno tiene posibilidades de competir, poder ofrecerle una oportunidad que nunca antes habría soñado".

Gervasio Deferr, dando una clase en su gimnasio del barrio de La Mina.
Gervasio Deferr, dando una clase en su gimnasio del barrio de La Mina.VICENS GIMÉNEZ

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