Gadafi arma a sus seguidores para defender Trípoli a sangre y fuego
El Consejo de Seguridad de la ONU acuerda prohibir los viajes del círculo de Gadafi, congelar sus bienes y llevar al dictador a La Haya
Consciente de que Trípoli es el último agujero en el que su régimen puede respirar, el coronel Muamar el Gadafi ha decidido armar a sus fieles para librar en la capital la última batalla. Sin apoyos internacionales y sin apenas ejército, el dictador solo tiene a los seguidores de su bandera verde, la de la revolución que él inició en 1969. Hasta el mismísimo primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien fuera su principal aliado en Europa, afirmó ayer que el dirigente libio "ya no tiene el control".
El arsenal de la ciudad está ahora a disposición de aquellos que quieran hacer la guerra por su cuenta contra sus propios vecinos, levantados en sus barrios contra Gadafi. Su idea de dar armas a los civiles amenaza con desatar una matanza en la capital. Solo las fuerzas rebeldes, una mezcla de ciudadanos armados con piedras, soldados y militares en la reserva que avanzan lentamente por los flancos este y oeste, pueden impedirlo. Pero no lo tienen nada fácil, los leales de Gadafi aún bloquean a los rebeldes que vienen del este en la zona de Sirte, la ciudad natal del dictador, y controlan las carreteras de acceso a Trípoli por el oeste.
Mientras se prepara la batalla final, miles de extranjeros se desesperan por salir del país. El Consejo de Seguridad de la ONU acordó prohibir los viajes del círculo de Gadafi, congelar sus bienes y llevar al dictador ante el Tribunal de La Haya.
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