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Reportaje:

Un auditorio difícil

La excomisaria de Exteriores defiende ante 200 jóvenes la nobleza de la política - Ferrero-Waldner ofreció una charla en la Cámara

La imagen de unos políticos que anteponen sus ambiciones personales y de partido a las de los ciudadanos es recurrente en gran parte de la juventud. ¿Es la política un noble arte? "Si la persona es íntegra sí, porque muchos entran para sacar provecho", responde Andrea Abad, de 19 años, estudiante de la Universidad de Navarra. ¿Te dedicarías a ello? "Yo prefiero el sector privado, lo veo más tranquilo" responde Jorge García, de 17, alumno de bachillerato.

Para neutralizar estas ideas, la excomisaria europea de Relaciones Exteriores, la austriaca Benita Ferrero-Waldner, intentó ayer convencer unos 200 jóvenes en el Parlamento vasco de que la política sigue siendo "una de las tareas más dignas" a las que una persona puede dedicar su vida.

Las preguntas de los estudiantes mostraron la brecha existente con los políticos
Quiroga defiende "recuperar una confianza" con los jóvenes que "no debió perderse"

Con sus preguntas, los asistentes perfilaron algunos de los escollos que mantienen esa brecha insalvable entre jóvenes y clase política. "¿Hace falta más carisma y contactos que preparación para entrar en política?", inquirió un asistente. "¿No ayudarían las listas abiertas y que se clarificara la financiación de los partidos", recalcó otro.

Una joven aprovechó la ocasión para lanzar un alegato de impaciencia. "No somos el futuro, somos el presente, tendríamos que estar ahí abajo", dijo señalando a los escaños y culpando a "la derecha" de impedir que la juventud tenga su propia representación. "Se plantean problemas que nadie se plantea; los políticos parecen querer dirigir más que servir", sentenció otro en alusión a la nueva ley antitabaco.

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Como buena conocedora de las políticas comunitarias, y en un estupendo castellano, Ferrero-Waldner reconoció que la UE a veces insiste en hablar de cuestiones "demasiado pequeñas" que deberían de quedar en manos de los Estados miembros. Explicó cómo muchos de los comisarios a veces "ni siquiera saben lo que cocinan sus funcionarios" y recalcó que los intentos de acabar con estas inercias encuentran tremendas resistencias.

La mejor baza que tuvo la excomisaria para intentar inocular en los asistentes en virus de la política fue probablemente su fascinante recorrido profesional. Después de 13 años en la empresa privada, decidió volver a estudiar para cumplir su sueño de ingresar en el cuerpo diplomático. Ha sido ministra de Exteriores de su país, jefa de Protocolo en Naciones Unidas y estuvo a punto de ser elegida presidenta en 2004 con el Partido Popular austriaco. Hoy en día es, entre otras cosas, miembro del Consejo de Administración de Gamesa y asesora de la Fundación Principe de Girona.

La organización contó con la colaboración de la asociación Clara Campoamor. La presidenta de la Cámara, Arantza Quiroga, anunció más iniciativas en este sentido y deseó que el de ayer sea "un primer paso" para "recuperar un clima de confianza entre los jóvenes y la política que nunca debió perderse".

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