El cielo todo entero
La de Mandelstam (Varsovia, 1891-Vladivostok, 1938) es una de las creaciones más poderosas de la poesía moderna, comparable solo a la de los mayores poetas de su tiempo: "Yo estoy en el corazón del siglo". Aquí se reúnen sus dos primeros libros, La piedra y Tristia, junto con Cuadernos de Vorónesh, escrito pocos años antes de su muerte en un campo de trabajo en Siberia. Lejos de la fábrica verbal de su primera etapa, sus más lúcidos poemas están en estos cuadernos. Una asombrada Ajmátova dijo que no había nada análogo a la divina armonía de sus versos en la poesía universal. La piedra (1913) levanta una arquitectura original y sorprendente en la descripción de la cultura y el cuerpo humanos. Una realidad donde aparece "cortado el nudo de las tres dimensiones, / y los mares del mundo se abren y se ensanchan". Aquí caben un partido de tenis, el cine, Bach y Beethoven, Santa Sofía y Notre Dame, la tradición clásica y la modernidad unidas para conjurar el vacío y poblar el espacio: "Como en cesura se abre de par en par el día". Palabra del corazón, sonora y nerviosa, a pesar de la delgadez discreta del sujeto lírico. Al mundo en superficie le sigue el ahondamiento de Tristia (1922): el "sol negro", la pasión y la muerte, las palabras olvidadas. Un vasto poema de adiós a las bellezas de la antigüedad, en un mundo donde "No hay modo de aplacar el borboteo seco de la sangre". Lo personal se inserta en la historia, y del "pabellón de la memoria" surge lo más profundo del tiempo: "En el mundo me queda un solo afán: / un áureo afán, cómo librarme de la carga del tiempo". Una voz amplificada que balbucea, mágica y hechizante, "en un éter más denso cristal de notas altas". A su arresto, a causa de un poema satírico sobre Stalin, le sigue el exilio. Cuadernos de Vorónesh (1935-1937) es el diario poético del destierro. Libro extraordinario, de una precisión límpida, de una nitidez de foco y movilidad interior que dotan al libro de un esplendor y elegancia supremas: "Las flores inmortales. El cielo todo entero. / Y lo que habrá de ser, sólo promesa vana". Aquí están la magnificencia de las tierras negras y las llanuras nevadas, los valores de la civilización, las iluminaciones místicas, el canto de un "idioma del espacio, comprimido en un punto". El espíritu triunfa sobre la muerte, pues quien canta es su "gélido aliento, / la confesión del vaho del invierno". Uno y diverso, comprometido e indoblegable, llegó tan lejos que pudo "oír el eje de la tierra". Versos que "resuenan a lo ancho y a lo alto", de una transparencia diáfana y, a la vez, tan íntimos y secretos que "cruje / en los ojos la nieve como un pan limpio, inocente". Una lección de vida.
Poesía
Ossip Mandelstam
Traducción de Aquilino Duque
Vaso Roto. Madrid, 2010
383 páginas. 25 euros
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