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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Lee, príncipe de las tinieblas

Christopher Lee ha cumplido 88 años y 267 películas (es récord Guinness). Tarda la reina Isabel II en concederle el título de sir. Su trayectoria laboral justificaría sobradamente el título, pero lo merece sobre todo porque él fue y es Drácula. Síntesis: el irlandés Bram Stoker escribió Drácula, una obra mayor de la literatura europea construida sobre la leyenda infame del conde rumano Vlad III Tepes (el Empalador) y las escalofriantes leyendas balcánicas de muertos que volvían a la vida con los ojos inyectados en sangre; Hollywood recogió el personaje para el cine y se lo entregó a la ampulosa teatralidad de Bela Lugosi; en la década de los cincuenta, la productora británica Hammer Films proyectó un plan para recuperar los mitos del terror (la momia, Frankenstein, el hombre lobo, Drácula) y confió la tarea a un grupo de inteligentes directores, entre los que destacaba Terence Fisher; a su vez, Fisher confió en Christopher Lee y Peter Cushing; y así Lee llegó a ser la imagen de Drácula en varias películas de indiscutible belleza. Dos en especial: Drácula y Drácula príncipe de las tinieblas.

Lee perdía prestancia cuando aparecía vendado (La Momia) pero incluso con vendas parecía más elegante que otros con frac. El Drácula de Lee reúne la elegancia de un príncipe del mal con el aspecto imponente de un demonio; el terror de un no muerto con la sensualidad evidente, pero distanciada, de un seductor. Lee se aparece ante Jonathan Harker en Drácula de forma súbita, con gestos de animal y oscura guturalidad. Domina con su presencia a las criaturas inferiores, pero no reniega de ellas. Si el vampiro de Stoker era un ser complejo y terrorífico, nadie lo vistió mejor que Lee. Desde el Drácula de Fisher, la imagen está fijada. Lee es el vampiro.

El cine contemporáneo ha envilecido el significado del no muerto. Los vampiros adolescentes de los eclipses y demás fabulillas seborreicas para aulas de secundaria excluyen el terror auténtico que produce lo indomeñable y la pesada opresión del mal. Los monstruos reales son peores que los imaginados; pero los imaginados dicen más sobre los miedos propios, los que no desaparecen cuando se enciende la luz.

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