Camps no es Álvarez-Cascos

La reciente autoproclamación como candidato de Francisco Camps, una vez más, a la Generalitat Valenciana, obviando su nefasta gestión tanto política como económica y social de estos años, ha hecho saltar por los aires los protocolos establecidos en su partido para ello, dando lugar a la aparición de Soraya Sáenz de Santamaría ante los medios para convencernos que este acto estaba promovido por Génova.

El desapego de Álvarez-Cascos en Asturias y su nueva formación no ha tenido ni tendrá más consecuencia que el trasvase de algún voto. Nada importante. Sin embargo cambia radicalmente en la Comunidad Valenciana, actual granero de votos populares y pese a los reinos de taifas de Fabra y Ripoll, la no nominación de Camps, como consecuencia de su implicación en los casos de corrupción, provocaría y así lo ha manifestado él mismo en alguna ocasión, la aparición de un nuevo partido regionalista que competiría en el espacio electoral que hoy controla el PP en exclusiva.

El impacto que esta situación produciría tanto a nivel local como nacional en las próximas elecciones autonómicas y generales es inasumible por la dirección del PP, Francisco Camps lo sabe y Mariano Rajoy, también, y una vez más ha de tragarse el sapo valenciano con trajes incluidos y contar con un faraón periférico del que hoy por hoy no puede desprenderse y que merma un poco más su escaso liderazgo.