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Análisis:La nueva izquierda 'abertzale'
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reabrir las heridas

La dirección posibilista de Batasuna, basada en la habilidad jurídica de Iñigo Iruin y en el pragmatismo político de Rufi Etxeberria, teme que el previsible veto inicial a Sortu les obligue, para su consiguiente superación legal, a nuevas renuncias ideológicas de mayor calado que, a su vez, aviven la tensión entre el sector de bases insurrectas, ahora mismo ya muy molestas por el discurso redentista, a su juicio, que escucharon el pasado lunes en el Palacio Euskalduna.

Este espectro abertzale, galvanizado por jóvenes radicales sin otro nuevo argumento ideológico que la dudosa rentabilidad de la ekintza (acción) y por veteranos etarras desgastados tras años de exilio y cárcel, jamás pudo imaginar que respetados compañeros de la lucha compartida durante décadas podrían abominar tantas veces en público del terrorismo como lo hicieron con elocuente significación durante el acto político celebrado en Bilbao.

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Sabido es que la controvertida reconversión de Batasuna hacia los valores democráticos arranca, después de dos años de tormentosas asambleas internas, sin la ansiada unanimidad del entramado radical. Más aún, que irrumpe vigilada por la elocuente incomodidad que supone para el tacticismo de ETA verse desplazada, por primera vez y por culpa de su palmaria debilidad, del centro neurálgico de decisión. Sin embargo, ha sido la escenografía empleada por Iruin y Rufi, entendida por sus críticos como una sobreactuación, la espoleta para reabrir aquellas heridas ideológicas que siguen sin cicatrizar.

Las permanentes descalificaciones al terrorismo y, principalmente, el intencionado olvido de los presos en el discurso de la antigua Batasuna y de sus sucesores en Sortu han soliviantado sobremanera a quienes siempre tildaron de entreguismo la renuncia a la violencia como requisito imprescindible para regresar a la vida política. Y es que el prolongado silencio al que se asiste sobre el futuro de los etarras encarcelados se ha interpretado como una capitulación más al Estado por parte de quienes han hecho hasta ahora de su defensa la razón de su existencia.

El malestar radical por el alcance de las concesiones de Batasuna empieza a tomar cuerpo. Sirva como muestra indicativa el que apenas horas después de conocerse el insólito rechazo a la violencia de ETA, fue harto significativo asistir a su interpretación entre internautas en la web de Berria, el único periódico en euskera. Entre los 47 comentarios recibidos, 20 de ellos mostraron su rechazo a los estatutos que ahora estudia Interior. Entre los argumentos más empleados: una abierta coincidencia en que se trataba de "una humillación" y "un paso atrás", que va a suponer, decían algunos, "perder fuerza en la lucha por la independencia".

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