¿Teme Israel a la democracia árabe?
Hay una pregunta que muchos se formulan, pero pocos osan plantear en público y todavía menos responder. ¿Pone en peligro la seguridad de Israel la actual revolución árabe en marcha? La respuesta es afirmativa si escuchamos las declaraciones del actual Gobierno, alarmado por una eventual ruptura del Tratado de Paz con Egipto, y si tenemos en cuenta también las gestiones para apuntalar a Mubarak y sobre todo garantizar que Estados Unidos seguirá apoyando incondicionalmente a Israel, sea cual sea la evolución política que se produzca en Oriente Próximo.
Pero también hay voces israelíes, pocas, es verdad, sobre todo en la izquierda, que solo se han preocupado de expresar su satisfacción por los movimientos de protesta contra las dictaduras que se extienden por toda la geografía árabe. Si somos justos, reconoceremos que son las voces más genuinamente judías que pueden oírse en Israel, concebido por sus fundadores como un Estado que sería "una luz entre las naciones". La única democracia durante décadas en un mar de dictaduras árabes debía ser el faro que algún día condujera a todos los vecinos a la instauración de sociedades más libres y más prósperas. En esta idea se inspiraron los acuerdos de Oslo, que debían convertir el proceso de paz en algo similar a la reconciliación franco-alemana y a la unidad europea.
De momento no es Israel quien directamente se dedica a promover la democracia, aunque mucho puede hacer en el futuro para echar una mano. Y si atendemos a las primeras encuestas, no parece que los egipcios estén por romper el tratado de paz ni que el islamismo radical esté en auge, al contrario. La ola democrática, que alcanza en una medida mayor o menor a todos los países desde el Atlántico hasta el Golfo Pérsico, abre un horizonte más claro y seguro para Israel, si los israelíes saben encarar este cambio político adecuadamente.
La teoría nos ha dicho hasta ahora que no hay guerras entre democracias. Demos, pues, la bienvenida a las democracias árabes. La demografía nos dice que entre el Mediterráneo y el Jordán habrá una mayoría árabe dentro de pocos años. ¿A qué esperan, pues, los israelíes para hacer la paz? Lo que necesitan cuanto antes es la creación de un Estado palestino democrático, que será la garantía más sólida y más estratégica para que Israel siga siendo también un Estado judío democrático y seguro.
La pregunta inicial esconde otra: ¿favorece la actual revuelta al proceso de paz y a los palestinos? Se puede responder con otra pregunta: ¿no habría sido mejor llegar a este punto con el acuerdo de paz ya cerrado? El único Israel que teme a la democracia árabe es el de los colonos intransigentes, el de la limpieza étnica y el de la limitación de derechos a los ciudadanos árabes. Serio problema: ¿no es acaso el del actual Gobierno? Veremos qué hacen.
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