Películas y soledad
Vivir en una ciudad en la que no haya cines puede resultar como un desierto si lo que quieres es ver películas recientes y estar en sintonía con la actualidad. Te enteras por los periódicos de que hay novedades interesantes (que tú no podrás ver), de que la taquilla va a la baja y de que bajarte películas es un delito.
Desde los televisores y las revistas te asaetean con informaciones de estrenos, estrellas y líos relacionados con el cine, dejándote fuera de juego. Pasado mañana varios millones de españoles estaréis pendientes de los premios Goya, aunque no hayáis tenido ocasión de conocer lo que se esté premiando. Y algo parecido os ocurrirá al final de mes con los Oscar, aunque puede que en este caso algunos de los premios de Hollywood se estén proyectando en el centro comercial de un pueblo vecino.
Hace poco tiempo, un productor español quiso colgar en Internet su película para que, previo pago, pudiera ser vista en los lugares más recónditos, pero los exhibidores de grandes capitales se lo dificultaron considerándolo competencia desleal. Aunque la idea prosperó, al menos en la medida en que aquella película lo merecía, no tuvo nueva oportunidad. En la ceremonia de los Goya, que será emitida por TVE, es previsible que de nuevo volvamos a escuchar discursos sobre lo bien que va el cine español, que la piratería lo está hundiendo, y sobre cómo no luchamos con los mismos medios que el cine estadounidense..., pero será difícil que se comente el desierto cinematográfico en que vive tanta gente. Los problemas del cine dan vueltas y más vueltas en su propio ombligo. Pero las esperanzas están puestas en que la magia de Buenafuente dé, con su chispa inteligente, carpetazo a los oleajes de la academia, la ministra y el presidente.
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