Cerca del origen
La última galaxia detectada por el telescopio espacial Hubble es la más lejana de la que tenemos noticia por ahora, tanto que la luz que han fotografiado sus cámaras lleva viajando por las profundidades del espacio 13.200 millones de años. El cosmos estaba entonces en su más tierna infancia: si el universo fuera hoy una persona de 50 años, habría sido solo un bebé de dos años cuando la galaxia recién descubierta lo habitó. En el cielo nocturno, "muy lejos" también significa "hace mucho", y las lentes cada vez más poderosas de los telescopios pueden verse como auténticas máquinas del tiempo.
Los astrónomos pueden estimar la distancia a estos objetos lejanísimos gracias al efecto Doppler, o desplazamiento al rojo de su luz. Gracias a este efecto, el astrónomo Edwin Hubble, que da nombre al telescopio espacial de la NASA, descubrió hace 90 años que el universo estaba en expansión. Hubble no solo observó que la luz de las galaxias lejanas llega a la Tierra desplazada al rojo -es decir, con una longitud de onda más larga que al iniciar su viaje-, sino también que ese desplazamiento era mayor cuanto más lejana era la galaxia.
El desplazamiento al rojo de la nueva galaxia es por el momento el récord histórico registrado por los astrónomos.
La versión sonora del efecto Doppler es muy familiar a cualquier conductor: es ese ruido de tono descendente que hacen los coches que circulan en sentido contrario cuando se alejan. Pero este es uno de los pocos casos en que el fenómeno resulta casi más fácil de explicar que su metáfora. Porque la razón de que la luz de las galaxias lejanas vea aumentada su longitud de onda es, directamente, que el espacio ha estado creciendo durante su largo viaje, debido a la expansión del universo. Es como dibujar una onda en un globo y luego hinchar el globo. Hace 13.200 millones de años, cuando la luz de la galaxia más lejana empezó su viaje, el universo era mucho más pequeño que ahora.
Aún quedan 500 millones de años por explorar: los dos primeros años de vida del bebé de nuestra metáfora. Nuevos telescopios espaciales como el James Webb, que se lanzará en 2014, recorrerán a su antojo buena parte de esa distancia casi ininteligible. Pero este progreso no puede durar eternamente, porque ningún telescopio debería poder salirse de los límites del espacio. Es decir, viajar más allá del origen del tiempo.
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