Historia del príncipe tranquilo
La Casa del Rey dice que don Felipe está listo para relevar a don Juan Carlos cuando sea necesario, pero niega que la sucesión esté ya en marcha
El pasado lunes, los periodistas convocados al Palacio de La Zarzuela para conocer las actividades de la Familia Real recibieron una visita inesperada: se abrió la puerta de la sala donde estaban reunidos y apareció, sonriente, el príncipe de Asturias. La última vez que don Felipe irrumpió por sorpresa en una reunión de este tipo fue en 2001, para anunciar la ruptura de su relación con Eva Sannum. Pero esta vez se trataba solo de saludar a los representantes de los medios de comunicación. ¿O no?
Don Felipe cumple hoy 43 años, seis más de los que tenía don Juan Carlos cuando ascendió al trono. Aunque ningún acto público lo conmemore, también hoy se cumple un cuarto de siglo desde que, el 30 de enero de 1986, coincidiendo con su mayoría de edad, juró la Constitución en una sesión solemne de las Cortes bajo la atenta mirada del entonces presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba, y del jefe del Gobierno, Felipe González, ambos socialistas.
El heredero cumple hoy 43 años y 25 desde que juró la Constitución
"El príncipe no tiene prisa y no quiere atajos", según La Zarzuela
Don Felipe cultiva una relación directa con los miembros del Ejército
Su agenda incluye 50 audiencias, 320 actos y 14 viajes cada año
Aquel joven imberbe es ya un hombre casado, padre de dos hijas, que se maneja con soltura y parece relajado ante un auditorio ansioso por preguntarle; no elude ninguna cuestión, ni siquiera las más espinosas; y combina el tono institucional -jamás ha provocado polémica ni se ha apartado un milímetro de su deber de neutralidad- con expresiones coloquiales, aunque sin llegar a la proverbial llaneza de su padre.
También es el heredero mejor preparado de la historia de España: licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, con un máster en relaciones internacionales por Georgetown (Washington) y el despacho de oficial de las tres academias militares. Desde 1996 ha visitado todas las comunidades autónomas y las principales ciudades españolas -salvo Ceuta y Melilla-, y ha realizado 206 viajes al extranjero, 14 cada año; muchos de ellos, además, representando a España en la toma de posesión de gobernantes latinoamericanos. "Con excepción de Fidel [Castro], es quien mejor conoce a los líderes de la región", bromean en La Zarzuela.
En los últimos años ha desplegado además una intensa actividad al frente de fundaciones: no solo la Príncipe de Asturias, cuyos premios se han convertido en un referente mundial, sino también la Príncipe de Girona, que promueve la iniciativa entre los jóvenes, o Codespa, volcada en los proyectos de desarrollo.
Sin embargo, portavoces de la Casa del Rey ponen todo su empeño en subrayar que la agenda de trabajo del príncipe -de los príncipes, en plural, desde su boda con Letizia Ortiz en 2004- mantiene un ritmo constante y no ha experimentado ninguna aceleración en los últimos tiempos. "Cada año realiza, de media, 320 actos oficiales y 50 audiencias públicas, pronuncia 62 discursos y recibe a 1.300 personas", alegan. Saben que cualquier paso adelante de don Felipe puede interpretarse como un paso atrás de su padre. Por eso, aunque admiten que ya ha completado su formación y está listo para asumir la jefatura del Estado cuando sea necesario, agregan de inmediato: "La sucesión no está abierta. No está en marcha ninguna operación de abdicación".
La intervención quirúrgica de pulmón a la que se sometió el Rey en mayo -que obligó a los príncipes a ejercer como anfitriones de los invitados a la cumbre UE-América Latina en Madrid- desató unos rumores que alimentaría don Juan Carlos cuando, en la recepción del 12 de octubre, comentó en tono jocoso que estaba deseando pasar el relevo a su hijo después de 35 años de reinado.
Para despejar incertidumbres, el Rey aseguró en su último mensaje navideño: "Sigo y seguiré cumpliendo siempre con ilusión mis funciones constitucionales al servicio de España. Es sin duda mi deber, pero es también mi pasión". Lo dijo tras haber agradecido "el afecto de los españoles y el activo apoyo del príncipe de Asturias".
En el polémico libro de la periodista Pilar Urbano (La reina muy de cerca, 2008), doña Sofía se mostró más tajante: "¿Abdicar? ¡Nunca! El Rey no abdicará jamás [...] A un rey solo debe jubilarle la muerte [...] Lo deseable es que el Rey muera en su cama y alguien diga: 'El Rey ha muerto, ¡viva el Rey!"
Preparar la sucesión es la última gran tarea de don Juan Carlos, la consolidación definitiva de la monarquía en la persona de su hijo. Hay quien argumenta que hacerla en vida permitiría elegir el momento adecuado, pues la muerte no suele tener el don de la oportunidad. No debe ser fácil cuando el último rey de España que tuvo una sucesión sin regencias, guerras civiles ni cambios de régimen fue Carlos III. Y de eso hace ya 222 años.
Sorprendentemente, don Felipe parece el más tranquilo de todos. "El príncipe no tiene ninguna prisa", afirman quienes le conocen. Como en su carrera militar, en la que asciende al mismo ritmo que sus compañeros de promoción -todavía es teniente coronel aunque podría haber saltado directamente al generalato-, "no quiere atajos". Y está permanentemente "en primer tiempo de saludo", a la espera de las órdenes de su padre.
Don Felipe cultiva la relación con las Fuerzas Armadas y ha iniciado sus propias "audiencias militares". Sabe que el título de capitán general es uno de los pocos atributos exclusivos del jefe del Estado, y que resultó decisivo para que, el 23-F de hace 30 años, el Rey superase con notable la reválida de la legitimidad ante la sociedad española. Incluidos los sectores más remisos.
Esta primavera visitará España Carlos de Inglaterra, a quien se ha identificado tanto con su papel de príncipe de Gales que pocos creen, a sus 62 años, que llegue a ceñir algún día la corona del Reino Unido. No es ese el caso de don Felipe. Como deportista tiene claro, según quienes mejor le conocen, que el oficio de heredero -que no está descrito en ninguna ley y ha debido improvisar sobre la marcha- requiere buenas dosis de paciencia y mucho fondo, pero tiene carácter temporal. La monarquía es una carrera de relevos en la que siempre hay que estar listo para tomar el testigo.
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